El filme independiente Sound of My Voice contiene secuencias tan sugestivas y muy bien realizadas que casi compensa el hecho de que su misteriosa trama no llegue a una resolución satisfactoria.

El segundo trabajo de la guionista y actriz Brit Marling comparte muchos de los aciertos y desaciertos de su debut Another Earth, que el año pasado captó la atención del medio cinematográfico tras ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance. 

En ambas películas -estrenadas en enero del 2011 en el mencionado festival- encontramos una cineasta con voz propia que posee un acercamiento singular al género de la ciencia-ficción dentro de las limitaciones del cine de bajo presupuesto. Sound of My Voice es la mejor de las dos propuestas, aun cuando en ella vemos los tropiezos de Marling como guionista novata, pero en lo que promete ser una carrera digna de atención. 

La primera escena establece perfectamente la tensa atmósfera del largometraje: “Peter” (Christopher Denham) y “Lorna” (Nicole Vicius), una pareja de novios, llegan hasta una casa donde un hombre los recibe, les entrega unas batas y los manda a bañar. Una vez terminan, les vendan los ojos, les amarran las manos, los montan en una camioneta y los llevan  a otra casa, donde son encerrados en un sótano. Que se sometan a todo esto voluntariamente lo hace aún más aterrador.

En el sótano descubrimos que se trata del punto de encuentro de una secta cuya líder, “Maggie”, asegura venir del año 2054 y desea preparar a sus seguidores para el nefasto futuro que se avecina. “Peter” y “Lorna” se infiltran en el culto con el propósito de realizar un documental y revelar la farsa de “Maggie”, encarnada encomiablemente por Marling con un seductor y compasivo magnetismo que nos hace dudar, tanto al público como a los protagonistas, si en efecto se trata de una gran mentira.

Que el guión de Marling no responda completamente esa interrogante no es uno de sus defectos. La ambigüedad es bienvenida en este tipo de narrativa y abre las puertas para distintas interpretaciones. El problema es que durante gran parte de la película la balanza se inclina hacia un lado y no es sino hasta los últimos minutos que la trama toma un giro hacia el otro extremo, concluyendo abruptamente y dejándonos con deseos de saber más, lo cual muy bien podría ser la intención de Marling y el director Zal Batmanglij quienes han dicho en entrevistas que este es sólo el primer capítulo de la historia que desean contar.

Batmanglij, por su parte, hace su debut como director. Las escenas en el sótano –particularmente- están bien logradas, filmadas en su mayoría en primer plano y poca profundidad de campo, lo que nos acerca a los personajes y aumenta la intensidad de sus interpretaciones y el sentimiento de claustrofobia.

Por sí sola, Sound of My Voice no cumple con ser una experiencia plena al dejar al espectador más frustrado que satisfecho. Sin embargo, si Marling y Batmanglij consiguen realizar su propuesta secuela, lo que establecen aquí ciertamente podría convertirse en algo muy interesante. 

Sound of My Voice estrena este próximo jueves en Fine Arts Cafe.