Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Lo que usted espere de una película de acción influirá directamente en su disfrute de The Witness. Si se conforma con ver unas muy buenas peleas, podría salir bastante complacido del cine, ya que son las mejores que se han visto en una cinta puertorriqueña. Ahora, si requiere de algo más, como un sólido guión o una narrativa cautivante y coherente, la satisfacción quizá sea mínima.
El nuevo filme de Andrés Ramírez, director de Elite, se basa en un cortometraje que realizó en el 2009 y en el que se pueden apreciar las mayores virtudes de esta producción local. La película expande en los combates muy bien coreografiados por los integrantes del AIM Stunt Team y dirigidos enérgicamente por Ramírez. Sin embargo, no le ofrece la misma atención al desarrollo de la historia, por lo que a pesar de su corta duración (83 minutos), nunca deja de percibirse como un cortometraje muy, muy largo.
La premisa es tan simple que se resume en el póster: un hombre en “el lugar equivocado, en el momento equivocado”. Dicho hombre es “Chelo” (José Manuel), quien mientras caminaba un día por la calle es testigo de un asesinato perpetrado por el jefe de una ganga. La Policía lo confunde con el asesino, lo arresta, su novia es secuestrada por los villanos… y si ha visto una docena de películas de acción, conoce perfectamente cómo transcurrirá este argumento.
No hay nada de malo con reciclar una trama tan reusada en el género como esta, repleta de los típicos arquetipos del género. Aún así, el guión escrito por Ramírez y Manuel no es nada robusto, lo que hace evidente que se trata de un cortometraje convertido en filme. Hay escenas inconsecuentes a la trama que se incluyen con el único aparente propósito de alargar la llegada del desenlace, ya que no impulsan la historia o no están bien hilvanadas a su propuesta.
Atacar las actuaciones de un elenco con poca o ninguna experiencia histriónica sería un blanco demasiado fácil, incluso injusto, en vista de que el libreto no les ofrece mucho para hacer y no les queda de otra que recurrir a la acción. Y si sólo se tratara de acción, The Witness sería una buena película, contrario a una un poco por debajo del promedio.
Ramírez realiza un tremendo trabajo en la dirección de las escenas de peleas, filmadas de forma que se pueda apreciar la acción y se transmita su dinamismo. El problema es que a veces la secuencia en su totalidad carece de coherencia narrativa y un buen sentido del espacio. El combate comienza en una localidad y brinca a otra sin que se muestre cómo llegaron del punto A al punto B, un cambio abrupto que le resta fluidez visual de la misma manera que lo hacen los malhechores que a veces se multiplican o parecen salir de la nada para luchar contra “Chelo”.
Quienes mejor quedan parados en esta producción son José Manuel y Gil Sanabria, quien interpreta a uno de los principales antagonistas. Ambos poseen unas admirables destrezas para la elaboración de estupendas y emocionantes peleas con un estilo claramente influenciado por estrellas de acción de la altura de Jackie Chan y Tony Jaa. Sus coreografías son excelentes y las realizan sin uso de cables ni trucos de edición. Lo que se ve en pantalla es su propio talento.
Una película de acción puede tener un guión pobre, trillado y/o ridículo, pero entonces debe encargarse de tener mucha acción, como es el caso de Ong Bak o Rumble in the Bronx, por ejemplo. De lo contrario, tan pronto cesan los puños, saltos y patadas, las fallas se hacen evidentes. The Witness tiene la intención de impulsar el desarrollo del cine de artes marciales dentro de la industria local, y para lograrlo cuenta con el ingrediente esencial, pero se queda muy corta en historia y no nos da suficiente de lo que hace mejor, aunque sí deja un palpable deseo por ver más de las acrobacias de sus protagonistas. Quizás en The Witness 2.
Los invito a que vean el nuevo episodio de Pa'l Cine en el que entrevisto a los integrantes del AIM Stunt Team y al director Andrés Ramírez.