Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
PUBLICIDAD
Lo que hace la gran diferencia entre lo mediocre y lo bueno para Thor -el multimillonario estreno que oficializa la llegada de la temporada veraniega de cine- tiene nombre y apellido: Kenneth Branagh. En manos de muchos otros directores, esta adaptación del popular personaje de Marvel Cómics pudo haber sido un aparatoso desastre, pero el veterano cineasta inglés se aferra a la teatralidad inherente en la mítica historia y le da al superhéroe un digno debut en la pantalla grande.
Las escenas en Asgard, reino extra dimensional habitado por las deidades de leyendas nórdicas, no distan mucho de un relato que pudo ser escrito por William Shakespere: viejos reyes, príncipes ambiciosos, guerras, traiciones y heroísmo, material muy a tono con las sensibilidades de Branagh cuya filmografía incluye varias adaptaciones de célebres obras del clásico autor británico, como Henry V, Much Ado About Nothing y Hamlet.
El cineasta parece estar consciente de que el argumento demanda un tratamiento grandilocuente, algo que consigue con las estupendas actuaciones de Chris Hemsworth y Tom Hiddleston como “Thor” y “Loki”, respectivamente, hijos del dios “Odin” (Anthony Hopkins). En el día que “Thor” debía ascender al trono, su insolencia y vanidad lo llevan a revivir una guerra con sus antiguos enemigos, los “Frost Giants”, desafío que hace que su padre lo destierre de Asgard y le quite el martillo que le da sus poderes.
Y entonces nos trasladamos a la Tierra, donde toda historia de superhéroes debe llegar y, en el caso de Thor, el aspecto menos llamativo de la cinta. “Thor” es encontrado en el desierto de Nuevo México por la científica “Jane Foster” (Natalie Portman) quien (qué casualidad) lleva años investigando la existencia de portales intergalácticos. El guión intenta desarrollar un romance entre ambos –en un periodo de 48 horas- que se siente tan genuino como la precipitada conversión de “Thor” de egoísta a defensor de los necesitados. Es un elemento forzado que no aprovecha la presencia de Portman.
Una vez culmina el primer acto con el destierro de “Thor”, la narrativa se divide entre los intentos de éste de recuperar su martillo en la Tierra, y lo que transcurre en Asgard donde “Loki” usurpa el trono y hace de las suyas como el travieso dios que es. Hiddleston realiza un gran trabajo como el villano de la película y su química tanto con Hemsworth como con Hopkins es excelente y entre los mayores aciertos del largometraje. La impresión que deja es tan memorable que sube las expectativas de lo que será su importante participación en The Avengers el año entrante.
De igual forma, Hemsworth se establece como un joven actor muy prometedor y completamente capaz de ser el protagonista de una mega producción. Su interpretación de “Thor”, y la grandiosidad que esta requiere, es muy acertada, incluso en las escenas que transcurren en la Tierra donde tiene que servir de “comic relief” en las situaciones que surgen de tener al dios del trueno atrapado en un pueblito sureño de Estados Unidos.
Donde el filme sufre es en su desenlace. No que no sea satisfactorio, pero no está a la par con la épica visión establecida en los primeros dos actos. “Thor”, como es de esperarse, aprende a preocuparse por los demás en una batalla que se suscita en Nuevo México, pero la resolución de su arco narrativo con “Loki” pudo ser más emocionante en Asgard. La lucha fraternal no alcanza los niveles de emoción que debería.
Tengo que admitir que “Thor” me sorprendió. Entré al cine esperando que fuese la más floja de las cuatro películas de superhéroes que estrenan este verano, pero la apropiada dirección de Branagh junto a las actuaciones estelares de Hemsworth y Hiddleston son lo mejor que le pudieron pasar a este personaje, uno que sin duda era de los más difíciles de exportar al medio cinematográfico.
Nota al calce: No gaste su dinero en ver esta película en 3D. No fue filmada con cámaras tridimensionales por lo que se trata de una conversión de 2D a 3D que resulta en una imagen borrosa y opaca que no aporta NADA a la experiencia. Estoy loco porque esta tecnología regrese al olvido como lo ha hecho antes a lo largo de la historia cuando Hollywood se ha visto intimidado por los cambios mediáticos.