
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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La mayoría de las personas no cambia mucho entre la adolescencia y la adultez. No verdaderamente. Algunas podrán modificar su comportamiento, ajustar su actitud y asumir responsabilidades a medida que van madurando para encajar dentro de lo que dicta la sociedad, pero al final continúan siendo las mismas personas con el mismo carácter, para bien o para mal.
En el caso de “Mavis Gary”, es para mal. El personaje principal que se estudia en Young Adult -la nueva cinta del director Jason Reitman que lo reúne con la guionista de Juno, Diablo Cody- es uno muy singular para protagonizar una tragicomedia. Charlize Theron interpreta a “Mavis”, una medianamente exitosa escritora de libros para jóvenes adultos, como una pedante, odiosa, insufrible y patética mujer que vive atrapada en los recuerdos de sus años en la escuela superior, cuando fue muy popular por todas las razones equivocadas.
El desarrollo de los arcos dramáticos establece que un personaje como “Mavis” debe atravesar un proceso de cambio que logre crear empatía entre ella y el espectador. Ni la dirección de Reitman, ni la estupenda actuación Theron -y mucho menos el excelente libreto de Cody, el mejor que ha escrito hasta ahora- nos dan esa satisfacción convencional. “Mavis” comienza como una mujer despreciable y acaba con pocas –si algunas- cualidades que la rediman ante los ojos del público.
Tras divorciarse y confrontada con el fin de su serie de novelas, “Mavis” regresa a su pequeño pueblo natal en Minnesota con el propósito de reconquistar a su ex novio de escuela superior (Patrick Wilson) quien está felizmente casado y celebrando la llegada de su primogénita. Allí se encuentra con otro alumno de su clase graduada, “Matt” (Patton Oswalt), un gordo “perdedor” que nunca fue popular en la “high” pero sí fue tema de conversación, aunque, también, por razones equivocadas.
“Matt” quedó minusválido tras recibir una brutal paliza por parte de unos atletas por considerarlo homosexual a pesar de que no lo era. Estos atletas no figuran en la historia pero podemos presumir que tampoco han cambiado mucho. Sin duda están en prisión o propinándole palizas a sus hijos y esposas… o novios. Entre “Matt” y “Mavis” surge una extraña amistad nacida de la necesidad que ambos comparten de tener alguna conexión humana y sentimental, aún cuando los intereses son distintos.
El guión de Cody jamás sucumbe ante los clichés, evadiendo exitosamente todas las oportunidades que tuvo para hacerlo. Su gran talento para escribir diálogo continúa fuerte y hasta ha mejorado. Se escucha más natural, sincero, genuino. Aún cuando “Mavis” es insoportable, no se percibe como una caricatura sino como una persona de verdad, dándole algunos toques que resaltan sus lados más vulnerables en breves instantes.
En manos de Theron, el personaje cobra vida con una tremenda actuación que jamás se compromete a las satisfacciones fáciles. Es un trabajo muy admirable para la hermosa actriz que se ha destacado por aceptar papeles difíciles en su carrera y realizarlos a plenitud. Oswalt tampoco se queda atrás con su actuación que denota un lacerado estado emocional que sirve como el perfecto contrapunto a “Mavis” y su indiferencia a los sentimientos de los demás.
Dentro de la filmografía de Reitman, “Mavis” se une a los otros personajes, como “Nick Naylor” (Thank You for Smoking) y “Ryan Bingham” (Up in the Air) que son difíciles de querer, sólo que contrario a estos, al final nos es imposible simpatizar con ella. Es una propuesta arriesgada y valiente para un director de Hollywood, la meca de los finales felices, y es de aquí de donde el público debería sacar la mayor satisfacción. No es común salir del cine deseándole el mal a la protagonista.