Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
PUBLICIDAD
No tengo ningún problema con los remakes. A veces la gente suele endiablarse (me ha pasado) cuando se enteran de que una de sus películas favoritas va a regresar a la pantalla grande en una nueva versión que casi nunca es mejor que la original. Sin embargo, he aprendido a aceptar que nada es sagrado en Hollywood y que las versiones originales siempre existen, con la excepción de George Lucas, claro, que aún se rehúsa a darnos una digna versión de la trilogía original de Star Wars sin todas las alteraciones digitales.
Este año veremos, entre otros remakes, el del clásico de los 80, The Karate Kid. Sólo hay un pequeño problema: la película se desarrolla en China, el maestro es chino, y lo que le enseña al chamaquito, obviamente, es kung-fu. No karate. Pero como en Hollywood todos los asiáticos –al igual que los latinos- son intercambiables, pues los ignorantes productores detrás del filme decidieron que la película se llamaría de todas formas The Karate Kid. "Mr. Miyagi" se debe estar revolcando en su tumba.

