Focus
La sexy y entretenida cinta acerca de una pareja de expertos estafadores termina siendo mejor de lo que tiene derecho a ser.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Cuando de películas de timadores se trata, tiendo a ser un cinéfilo bastante fácil de complacer, especialmente las que involucran al público en la estafa. Gran parte de la diversión que ofrece este tipo de filmes –como Dirty Rotten Scoundrels, The Brothers Bloom, Matchstick Men y Nueve reinas- proviene de anticipar cómo intentarán cogernos de soquetes. Uno sabe que el giro “inesperado” vendrá en el desenlace con la llegada de esa revelación que nos hará reevaluar todo lo que hemos visto y examinar las acciones de los personajes desde otra perspectiva, como cuando Robert Shaw huye a toda prisa de la casa de apuestas en The Sting o lo que ocurre en la escena final de The Usual Suspects, luego de que Kevin Spacey se marcha de la estación policiaca (¿Vieron lo bien que evadí todos los “spoilers?).
Focus funciona de la misma manera, pero una atractiva historia criminal de esta índole solo es tan buena como su resolución, y la que se presenta aquí es extremadamente descabellada aun dentro de los estándares del típico “con movie”.
El tercer largometraje de Glenn Ficarra y John Requa marca la segunda ocasión que el dúo de cineastas detrás de la comedia romántica Crazy, Stupid, Love incursiona en este subgénero. La primera fue la subvalorada y poco vista I Love You Phillip Morris, protagonizada por Jim Carrey, quien cargó con esa irregular comedia acerca de un notorio estafador. Mientras el propósito de esa película fue contar una historia real más extraña que la ficción, el objetivo de Focus es puramente entretener, y como ha sido la norma hasta ahora con la pequeña filmografía de estos directores, una vez más le toca a los actores sacar el pecho por las insuficiencias de su libreto.
Por suerte, Ficarra y Requa siempre se rodean de un tremendo elenco, y Focus no es la excepción. Will Smith interpreta a “Nicky Spurgeon”, un artista de la estafa que se involucra románticamente con “Jess Barret”, la joven aspirante criminal que busca aprender de él todos sus trucos. “Jess” es encarnada por Margot Robbie, la beldad australiana que hace un año dejó una gran impresión en The Wolf of Wall Street y aquí reconfirma que sus dotes van más allá de sus atributos físicos. La irresistible química que se manifiesta entre Smith y Robbie es tan efectiva que permite ignorar la pobreza con la que se desarrolla su romance en pantalla. Suena contradictorio, pero lo importante es que la atracción entre ellos resulta creíble y genuina aun cuando el libreto no realiza ni el más mínimo intento de hacer lo mismo.
La trama probablemente le parecerá familiar: tras años cometiendo pequeñas pero lucrativas estafas, “Nicky” es presentado con la posibilidad de hacer el mítico “último gran timo” que le permitiría vivir el resto de sus días bebiendo mojitos en alguna playa exótica. Hasta ahí la sinopsis, pues divulgar poco más sería privarlo a usted de los divertidos engaños, traiciones y reversazos que da el argumento hasta llegar al decepcionante y tonto desenlace. No es el peor final que verá en el cine, pero ciertamente había mejores maneras de atar todos los cabos sueltos.
Mención aparte merece Adrián Martínez como el compinche de “Nicky”. El conocido actor de reparto es tan gracioso que se extraña cuando no está en pantalla, pero Ficarra y Requa astutamente no abusan de él y solo lo usan para insertar humor cada cierto tiempo. En manos de otros actores, esta no sería una película tan fácil de disfrutar. Robbie y Smith calientan la pantalla con la misma sensualidad que se vio en Out of Sight entre George Clooney y Jennifer López, una película exponencialmente mejor dirigida, por supuesto, pero el hecho de que se le perdone el final dice mucho acerca de la capacidad del elenco de Focus para ofrecer poco menos de dos horas de entretenimiento liviano, sexy y pasajero.