Fruitvale Station
Tres excelentes actuaciones cargan con este dramático recuento de un hecho real llevado a la pantalla grande someramente.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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El trágico incidente que acabó con la vida de Oscar Grant, un joven desarmado de 22 años que fue asesinado por un policía en Oakland, California, el 1 de enero de 2009 mientras supuestamente resistía ser arrestado, pudo haber sido material idóneo para ser tratado en un documental: los hechos se prestan para indagar en ellos desde distintos ángulos, entrevistar a los involucrados en ambas partes y exponer al sistema de justicia que le dio una pena risiblemente mínima al hombre que lo mató.
La cinta Fruitvale Station, ópera prima del director y guionista Ryan Coggler, opta por concentrarse exclusivamente en las horas antes de la muerte de Grant, logrando un drama que provoca cantidades iguales de rabia y tristeza, pero que se mantiene en la superficie de lo que en verdad ocurrió y sus consecuencias. No es que haya algo de malo con esto, pero lo que choca del acercamiento de Coggler a este controvertible suceso es la manera como hace que, lo que debió ser un día ordinario en la vida de este joven, se sienta en todo momento como el último, con cada instancia cargada de un significado que, probablemente, nunca tuvo.
Independientemente de que usted tenga conocimiento previo de este caso, Grant se encarga de que sepa desde el principio que todo acabará mal, pues abre su filme con uno de los múltiples vídeos que fueron captados de la muerte de Grant por los ciudadanos que fueron testigos de ella en una estación de tren. De ahí, retrocede 24 horas para que veamos lo que hizo Grant mientras intentaba reconstruir su vida tras salir de la cárcel.
La película no lo pinta como un santo –con excepción de una escena en la que auxilia a un perro moribundo que muy bien podría ser una libertad artística-, matizando sus tendencias criminales con el cariño que demuestra hacia su hija. El joven y talentoso actor Michael B. Jordan se esmera por transmitir la dualidad de Grant, proyectándolo como una persona normal en una precaria situación económica, genuinamente bondadosa y con deseos de echar hacia adelante.
Junto a Jordan, Octavia Spencer, como la madre de Grant, y Melonie Díaz, como su pareja, cargan con la película con sus excelente y desgarradoras interpretaciones. Las lágrimas están prácticamente aseguradas, aun cuando se ven venir, pero el texto que aparece al final y que resume brevemente lo que ocurrió después, dejan un latente deseo de haber visto más.