Se fue uno de los grandes, uno de los más grandes, dentro de este nicho de la crítica cinematográfica, oficio que practico gracias, en gran parte, a la influencia de Roger Ebert.

El reconocido periodista del Chicago Sun Times falleció hoy luego de varios años de batallar contra un cáncer que iba y volvía. Hace apenas dos días había anunciado, en lo que ahora es la última entrada en su blog, que el cáncer había regresado y se encontraba recibiendo radiación. Sin embargo, muy a tono con el imponente espíritu de vida que lo caracterizó, habló de varios proyectos en los que se encontraba involucrado y de que esperaba regresar pronto para realizar lo que por tantos años quiso hacer: reseñar únicamente las películas que él quisiera.  

Lamentablemente, la vida decidió diferente.

En el 2010 tuve la oportunidad de cubrir por primera vez el Festival Internacional de Cine de Toronto. Allí vi y conversé con un puñado de estrellas del ámbito cinematográfico, pero en ningún momento me quedé pasmado, como suelen quedarse muchos al estar ante estas celebridades. Sin embargo, en mi primer día en el festival, mientras aguardaba porque iniciara la proyección de The Town, dos filas delante de mí se sentó Ebert, acompañado por su fiel esposa, Chaz, y fue ahí cuando finalmente descubrí el significado de la palabra “starstruck”.

No me atreví a saludarle en ese momento. Tampoco al día siguiente, cuando me senté aún más cerca de él durante la presentación de Black Swan. ¿Qué iba a decirle? ¿”Gracias”? ¿”Es un placer”? Seguro es algo que ya había escuchado innumerables veces en el pasado. Tampoco quería hacerlo sentir incómodo, ya que para ese momento tenía dificultades para caminar y había perdido la capacidad del habla tras que le removieran la quijada durante una de las operaciones para extraerle un cáncer en las glándulas salivales.

Al culminar Black Swan, comencé a bajar las escaleras y lo miré de cerca justo cuando pasé por su fila. Me miró, sonrió y asintió levemente con la cabeza. Y ya. Ese fue mi encuentro cercano con uno de los críticos de cine más aclamados en la historia, ganador del premio Pulitzer -el primer crítico de cine en recibirlo-, entre muchos, muchos más. No es una gran anécdota, pero para mí sí fue un gran momento. Me encontraba en uno de los mayores festivales de cine del mundo, rodeado de muchos de los mejores escritores en este oficio y, entre ellos, estaba Ebert, el de los famosos “Thumbs Up”, el que me enseñó que para redactar una buena crítica, hay que poner un pedacito de ti en ella, para que el lector sepa quién eres, de dónde vienes y el por qué escribes lo que escribes.

Por eso, y por muchas cosas más, gracias, señor Ebert.