“Quizás eso sea el infierno; pasar la eternidad en Brujas”

Así describe el personaje de “Ray” la antigua ciudad belga. Si usted ha visto al menos una imagen de esa majestuosa localidad europea, sin duda alguna pensaría que su comentario dista mucho de la realidad.

Su percepción de la ciudad, cuyo nombre sirve de título para la cinta “In Bruges” que estrenó ayer en la Isla, está seriamente influenciada por su estado emocional, ya que el infierno al que se refiere lo vive en carne propia. En dónde lo haga es irrelevante.

“Ray”, interpretado por Colin Farell en su mejor actuación desde “Tideland” hace ocho años, es un novato matón a sueldo de la mafia inglesa cuya primera asignación tiene un resultado tan desastroso que su jefe lo envía junto con su compañero “Ken” (Brendan Gleeson) a Bélgica en lo que la situación en Londres se normaliza.

El dúo de asesinos manifiesta dos apreciaciones muy distintas de sus alrededores. Mientras “Ken” aprovecha su estadía para absorber o toda la historia y cultura de Brujas, “Ray” busca cualquier distracción para desconectarse de su conciencia.

Profundizar en el gravísimo error que comete “Ray” sería restarle impacto a la trama y privarlo a usted de disfrutar de una de las mejores experiencias cinematográficas que han proyectado en la gran pantalla en lo que va del 2008. Sólo basta con decir que su tormento es meritorio ya que el remordimiento que siente es tan genuino que genera una enorme empatía por parte del público. El resto lo dejo para que ustedes lo descubran.

Hasta este punto la cinta suena como un intenso drama, y en parte lo es, pero uno de sus mayores aciertos es la yuxtaposición de comedia dentro de su historia. Comedia oscura, por supuesto, pero perfecta para este tipo de filme.

El acto de malabarismo entre estos dos géneros tan opuestos lo realiza impecablemente el director y guionista de la película, el británico Martin McDonagh. La labor es aún más impresionante al conocer que “In Bruges” es su primer largometraje y –por lo tanto- uno de los debuts más prometedores de un cineasta en mucho tiempo.

El libreto de McDonagh no deja por un momento. de impulsar la trama, ni siquiera cuando los personajes parecen tan sólo pasear por las calles de la ciudad. Conversaciones existenciales entre una pareja de matones ya se han visto anteriormente en filmes como “Pulp Fiction”, y las influencias de ese clásico contemporáneo son bastantes obvias. Sin embargo, McDonagh consigue que irradien originalidad.

El elenco no podría ser mejor. Farell luce muy cómodo con el personaje -quizás en gran parte porque “Ray” comparte su nacionalidad irlandesa- y su trabajo en la cinta posee un magnetismo irresistible. Gleeson, por su parte, transmite la inteligencia y la madurez perfecta para fungir como una figura de padre y mentor para el joven asesino, mientras que Ralph Fiennes, en una pequeña pero impresionante aparición, personifica a su villano más memorable desde que interpretó a “Amon Goeth” en “Schindlers List”.

El último, pero no menos importante, personaje que merece mencionar es la propia ciudad de Brujas. Muy lejos de ser un infierno, la espléndida urbe no solo sirve de purgatorio para expiar los pecados de “Ray”, sino que ayuda a que los espectadores no aparten la mirada de la pantalla por un sólo instante.

Se que el verano cinematográfico acaba de comenzar y que de seguro están locos por ver "Iron Man", pero el superhéroe puede esperar. Mi recomendación es que eviten las largas filas este fin de semana y vayan a ver "In Bruges" primero. No creo que vaya a estar mucho tiempo en cartelera. Hasta ahora, es mi película favorita del 2008.

Los dejo con unas entrevistas a Martin McDonagh y el actor Colin Farell.