El estreno de Into The Storm nos recuerda que una película no tiene que ser buena para justificar el precio de admisión, y digo esto sin ironía. A veces basta con entretener sin extender la bienvenida ni incurrir en pretensiones, y con tan solo 89 ligeros minutos de duración, el filme cumple con proveer ni más ni menos que eso.  

Si ha visto los tráilers, es más que evidente que no se trata del tipo de producción en la que encontrará un sólido libreto ni buenas actuaciones. Aquí los protagonistas son los tornados y el argumento gira literalmente en torno a sus espirales de destrucción masiva, recreada mediante asombrosos efectos especiales que piden a gritos se construya en la Isla  una sala con capacidad 4DX –en las que las butacas se jamaquean y  tiran agua en la cara de los espectadores- para poder disfrutarla a plenitud. Es una experiencia similar a una atracción de Universal Studios, solo que sin las interminables filas y con la libertad de comer popcorn.

La cinta se presenta casi en su totalidad desde la perspectiva de los personajes, aunque llamarlos “personajes” sería quizás estirar demasiado su definición. El guión de John Swetnam –quien también escribió el de Step Up All In, así que ya saben qué esperar en este departamento- no se preocupa por proveerles un desarrollo más allá de los meros arquetipos: el padre soltero, los hijos adolescentes que no siguen instrucciones, los inescrupulosos caza tormentas, etc. En verdad no importa. La función de estos es servir de cámaras con piernas, ya que todo el caos se captura desde sus respectivos puntos de vista mientras graban las tormentas con sus cámaras y celulares, colocándonos en el medio de la acción en todo momento.

Por suerte no hay que esperar mucho para que la cinta arranque. Luego de una básica introducción de quién es quién y el establecimiento de risibles arcos dramáticos para algunos de los protagonistas, hacen su llegada los imponentes tornados y con ellos las tronadas, los rayos, el granizo y la tonta diversión. Seguimos principalmente al equipo del cazatormentas interpretado por Matt Walsh que cuenta con un monstruoso vehículo capaz de resistir los fuertes vientos. ¿Su objetivo? Grabar imágenes desde el vórtice de un tornado. No les diré si lo logra o no, pero digamos que su misión culmina en una escena destinada a ser recordada como una de las más increíbles y accidentadamente cómicas en la historia.

Hay otro momento memorable que tampoco revelaré aquí para no privarlo de la sorpresa, pero consiste en la fusión de un tornado con… otra cosa. El resultado es absurdo y espectacular a la vez, y ahí es precisamente donde yace Into the Storm: justo en la frontera entre el entretenimiento pasajero y la inofensiva distracción. Así que busque una sala con un buen equipo de sonido, pídale a la gerencia que suba el volumen al máximo, no le exija más a la película de lo que es capaz de dar y probablemente saldrá satisfecho.