El 2016 fue un año particularmente difícil, y así fue también en el cine. Difícil porque encontrar películas verdaderamente memorables probó ser casi imposible durante gran parte del año. Las grandes producciones de estudio –fuera de algunos ejemplos que se pueden contar con una mano– continuaron decayendo en términos de calidad y variedad. El cine comercial se vio atrapado en un ciclo de películas pasables que ni siquiera cumplieron con uno de los objetivos más básicos del medio: entretener, con estrenos que se olvidaban en el tiempo que tomaba caminar de la boletería al carro. Sus imágenes parecían extraídas del mismo saco de ideas recicladas, filmadas con la misma cámara, escritas por el mismo guionista. 

Pero mientras el 2016 en general iba en picada a medida que se acercaba a su fin, en la pantalla grande la cosa mejoró exponencialmente alrededor de octubre y noviembre.  Lo mejor del cine llegó en el momento oportuno y cuando más falta me hacia. Aquí las diez que me sacaron por unas horas de un año que muchos quisiéramos olvidar.  


10. Rogue One

Confieso que soy fanático de Star Wars desde que tengo uso de razón, así que mi percepción está prejuiciada, pero ningún otro blockbuster del 2016 se le acercó a este en términos de ejecución cinematográfica y como puro espectáculo. Este popular universo jamás se había expuesto en pantalla de manera tan asombrosa como lo que logró el director Gareth Edwards, quien borró la connotación negativa que carga la palabra “precuela” dentro de esta saga con una trama pertinente al panorama político actual y las mejores secuencias de acción que se han visto en la franquicia. Los últimos 45 minutos de esta película fueron el mejor rato que pasé en el cine este año. 


9. The Lobster

El largometraje más extraño del 2016 no podía ser dirigido por otro que el cineasta detrás de la magistral Dogtooth, el griego Yorgos Lanthimos, quien continúa explorando la complejidad de las relaciones humanas desde su singular perspectiva. En esta nos presenta una distopia en la que las personas solteras son internadas en un hotel donde deben encontrar pareja dentro de 45 días o serán transformadas en animales. Mitad surrealismo buñuelesco, mitad retorcida comedia romántica, Lanthimos continúa consagrándose como una de las máximas luminarias del cine contemporáneo. 


8. The Wailing

Para encontrar los filmes más escalofriantes y perturbadores de los últimos años, solo hay que mirar hacia Corea del Sur, y en el 2016 no fue la excepción. El tercer largometraje de Na Hong-Jin es por momentos impenetrable con su fusión de conceptos religiosos del cristianismo, el budismo tibetano y el chamanismo surcoreano. En otros, sorprende con risas inesperadas que chocan tonalmente, mas son necesarias para subsanar el terror que va in crecendo hasta el estremecedor desenlace en el que –tras más de dos horas de ver cómo un pequeño poblado cae víctima de una serie de posesiones demoniacas–  convergen la fe, la sangre y el misticismo.  


7. Kubo and the Two Strings

Mientras el medio animado continúa estancando en la homogeneidad de las gráficas computarizadas, los “rebeldes” del estudio Laika se mantienen haciéndole frente a esta tendencia produciendo obras de inmensurable ingenio y belleza como esta fábula nipona acerca del valor de las historias y el poder de estas para vencer incluso a la muerte. Ningún otro estreno animado del 2016 empujó los límites del medio con mayor ímpetu que esta sublime producción realizada casi en su totalidad utilizando la técnica de “stop-motion”, con la increíble paciencia de estos artistas evidenciada en cada uno de sus hermosos recuadros. 


6. Paterson

Siete días en la vida de un chofer de guagua pública de un pueblito de Nueva Jersey quizás no suena como la premisa más atractiva, pero en manos del director Jim Jarmush, esta se convierte en poesía… literalmente. Adam Driver da una de las actuaciones más sutiles del año como un aspirante a poeta que halla inspiración para su prosa hasta en una cajita de fósforos. Jarmush mantiene a su protagonista –así como al público– en un perfecto estado zen que invita a encontrar alegría en los aspectos más triviales de la vida. No hay un conflicto central ni un asunto que resolver. Simplemente es, y qué sublime es. 


5. Toni Erdmann

El segundo largometraje de la cineasta alemana Maren Ade desafía las más básicas categorizaciones. Decir que combina el tono agridulce de la filmografía de Andy Kaufman con la comedia de Judd Apatow sería apropiado, pero también sería restarle a lo que lo hace único. En esencia, es la historia de un padre que visita a su hija, adicta al trabajo, y se inventa un alter ego para hacerla repensar su vida. Pero lo que suena como otro trillado “feel good movie” de los que Hollywood vomita en la temporada navideña, en manos de Ade se convierte en algo especial, más preocupado con examinar las asperezas de esta relación que con limarlas. Desde el principio se pude vislumbrar hacia dónde se dirige, pero llegar hasta ahí resulta fascinante. 


4. O.J.: Made in America

El caso de O.J. Simpson es tan solo la cima del iceberg en este épico documental de 7 horas y media de duración en el que el director Ezra Edelman realiza una abarcadora radiografía de Estados Unidos y los profundos prejuicios raciales que rigen prácticamente todos los aspectos de su sistema social y judicial. Desde los triunfos deportivos de Simpson hasta el crimen que acabó reafirmando la ridícula quimera del llamado “Sueño Americano”, el ascenso y la caída de este ícono estadounidense presenta todos los ángulos imaginables de esta historia a través de un extraordinario trabajo investigativo que toca la fibra de esta nación dividida desde su fundación por el color de la piel. 


3. Manchester by the Sea

La mayor revelación de este singular drama del cineasta Kenneth Lonergan es lo gracioso que puede ser, capturando las diferentes maneras que los humanos asimilamos los golpes que nos da la vida, incluso los más devastadores. Casey Affleck triunfa en su interpretación de un hombre para quien la muerte de su hermano tan solo es la más reciente tragedia que debe enfrentar, y el deseo de este de que sea el guardián legal de su sobrino abre profundas heridas que jamás sanaron. Con un libreto escrito con el oído de alguien que entiende que la vida no es tan solo los grandes momentos sino los pequeños que hay entre ellos, el filme trasciende el melodrama para dar con algo más auténtico y entrañable. 


2. The Handmaiden

El más reciente largometraje del surcoreano Park Chan-Wook es su trabajo más elaborado como cineasta, combinando el sexo, la intriga y el turbulento historial entre Corea el Sur y Japón en un suculento filme que es mucho más de lo que aparenta ser. La ostentosa puesta en escena en la que convergen lo clásico y lo moderno sirve de escenario para un romance prohibido que sorprende con cada nuevo giro que da la trama en ruta a un final en el que el dulce sonido de unas campanas figura entre los momentos más eróticos que se hayan visto en pantalla en los últimos años.  


1. Moonlight

Hay tanto dolor como amor en esta película acerca de un joven negro que es víctima de constantes abusos por su homosexualidad. Ese amor queda expuesto dentro del recuadro como fuera de él. Dentro, a través de las estupendas actuaciones a cargo del mejor elenco que se vio en pantalla este año. Dentro, gracias a la manera como el director Barry Jenkins captura la ternura en los gestos más mínimos. Dentro, por la por oportunidad que el libreto nos ofrece de seguir a este personaje a lo largo de tres etapas de su vida y verlo hallar consuelo a sus profundas penas. Fuera, porque lo que consiguieron todos los involucrados en esta magnífica obra no es nada menos que el bálsamo que muchos necesitábamos este año, la empatía en respuesta al odio, la comprensión ante la intransigencia. Acabé de verla queriendo abrazar a todos los personajes, sentir un abrazo de vuelta, y con la confianza –quizás ingenua– de que todo va a estar bien.