No importa cuántos desechables archienemigos de Marvel o espantosos monstruos del terror aparezcan en pantalla anualmente, ninguno se le para al lado a las sabandijas de Wall Street en lo que respecta al nivel de desprecio que generan. Cómodamente ubicados en las primeras posiciones de la lista de “Mayores villanos del cine” –en la que solo los superan los nazis, los políticos y los sacerdotes abusadores de niños-, estos parásitos que se hacen multimillonarios a costa de la miseria del prójimo han figurado prominentemente en los últimos años en The Wolf of Wall Street y The Big Short, dos películas que se armaron de la comedia para hacer reír, aun cuando lo que nos mostraba daba ganas era de llorar, no de tristeza sino de rabia.

Hoy nos llega otro estreno donde una vez más se vilifica a Wall Steet y todo lo que su inescrupulosa avaricia representa bajo la dirección de Jodie Foster, quien hace de Money Monster un modesto thriller que solo se ve limitado por las inalcanzables ambiciones de su guión. Sin embargo, cuando se pretende emular dos indiscutibles clásicos de Sidney Lumet, eso es de esperarse. El libreto de Jamie Linden, Alan DiFiore y Jim Kouf aspira a combinar el genio satírico de Network con la intensidad de Dog Day Afternoon para contar la historia de un frustrado inversionista que perdió todo su dinero en la bolsa de valores y ahora busca retribución de parte de aquellos que considera responsables de su desgracia.

Entre ellos, se encuentra “Lee Gates” (George Clooney), anfitrión de un programa de análisis financiero que recomendó a sus espectadores invertir en una mega compañía que semanas después perdió $800 millones de un día a otro. Una porción de esa cifra pertenecía a “Kyle Budwell”, el mencionado inversionista que se cuela en el estudio de producción del programa de “Lee” y lo toma de rehén para exigir que se le devuelva su dinero. “Lee” no lo tiene, pero aprovecha que la transmisión del show no se interrumpe y se transforma en un fenómeno televisivo para dar con el verdadero culpable.

Lo que procede es una absoluta fantasía del periodismo investigativo liderada por “Lee” y su productora, “Patty Fenn” –interpretada por Julia Roberts- en la que, en cuestión de horas, este dúo dinámico logra destapar un complot financiero desde la comodidad de sus asientos de cuero, haciendo dos o tres llamadas y realizando una que otra búsqueda en Google. Y todo esto, mientras un lunático los tiene amenazados de muerte. ¿Ridículo? Por supuesto, pero moderadamente entretenido.

Es fácil ver dónde los guionistas quisieron perseguir las influencias de Network, desde la grandilocuencia del mensaje que se expresa contra Wall Street hasta el circo mediático que se forma a medida que la situación se va saliendo de control. El problema es que los tres escritores parecen temer lanzarse de cabeza en el lado profundo de la piscina. Su sátira carece de mordida, por lo que el absurdo de la premisa se limita a ser simplemente eso, un absurdo, en lugar de una exageración que pretende decir algo a través de ella.

La dirección de Foster se mantiene firmemente dentro de los parámetros del thriller convencional, que si bien carece de algún distintivo visual, cumple con las comedidas limitaciones del filme. Por su parte, Roberts y Clooney pasan la mayoría del tiempo por separado, conectados auditivamente, haciendo de su reunión en pantalla una que deja algo que desear sin desperdiciar sus respectivos talentos. De no ser por el magnetismo que emana de estas dos estrellas, Money Monster habría estado en serios aprietos.