Percy Jackson y el clon de Harry Potter
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Su título sonará a banda de disco de los años 70, pero Percy Jackson & The Olympians: The Lightning Thief es una película tan simplona como aburrida, que se conforma con reciclar ideas mientras aspira a capturar la misma audiencia de la exitosa franquicia cinematográfica que claramente está imitando y “no debe ser nombrada”.
“Harry Pott...” eh, perdón, “Percy Jackson” es un joven adolescente que descubre que es un semidiós -hijo de una mortal y el dios griego Poseidón- tras ser acusado de robarse el rayo de Zeus, fechoría que podría culminar en una guerra entre los dioses del Olimpo si “Percy” no devuelve el rayo.
Las fuerzas de Hades andan en busca de la poderosa arma divina, por lo que el mejor amigo y protector de “Percy” -quién nunca le confesó ser un sátiro- lo esconde en una escuela de magia..., disculpen. Quise decir campamento de verano -llamado "Half-Blood", ahem- en el que otros bastardos griegos entrenan con lanzas, arcos, espadas y otros artefactos antiguos que no representan ninguna amenaza en los tiempos actuales de ametralladoras, tanques y misiles.
El pésimo libreto de Craig Titley –basado en la novela homónima de Rick Riordan- coloca a “Percy” y dos de sus nuevos amigos (burdas imitaciones de “Ron” y “Hermione”) rumbo al inframundo para rescatar a la madre del héroe a cambio del rayo de Zeus, que no está en poder de “Percy”. La tediosa aventura los enfrenta a monstruos de la mitología griega en busca de unas esferas que no sólo los ayudará a regresar del infierno, sino que alargará la trama lo suficiente como para que usted piense que no botó el dinero.
Como si las semejanzas con el famoso hechicero de la autora J.K. Rowling no fueran suficientes, el filme es dirigido por Chis Colombus, el mismo cineasta que nos dio las primeras dos entregas de esa fantasiosa saga. El trabajo de Colombus se siente genérico y carece de inspiración, al punto que se conforma con imitar secuencias de acción de otras películas -como la escena de Medusa en Clash of the Titans- y no se molesta en impartirle a la producción un ritmo narrativo que mantenga la acción entretenida y emocionante.
El elenco de jóvenes actores -compuesto por Logan Lerman, Brandon T. Jackson y Alexandra Daddario, como los tres adolescentes- hace lo mejor que puede con el pobre material del guión. Mientras que las estrellas de más alto renombre –como Sean Bean, Uma Thurman, Pierce Brosnan, Steve Coogan y Rosario Dawson- sólo aparecen brevemente en la cinta, como si por contrato hubieran preferido salir el menor tiempo posible en ella, algo por lo que no se les podría culpar.
El olvidable largometraje -que a quien único podría apelar es a un público infantil, fácil de deslumbrar con los aceptables efectos especiales- es el tipo de película que cuando niño vemos y quizás se convierte en una de nuestras favoritas. Sin embargo, años más tarde, cuando de adultos nos topamos con ella en televisión, nos preguntamos qué fue exactamente lo que tanto nos gustó.