La película Due Date es  como Planes, Trains and Automobiles, la clásica comedia de John Hughes de 1987, sólo que en ella no hay “planes”, “trains” ni mucho menos risas.

Al igual que en aquel filme -interpretado por los grandes comediantes Steve Martin y John Candy- aquí tenemos a dos hombres que luego de una serie de malentendidos y problemas de transportación se ven obligados a viajar juntos de un estado a otro y se encuentran con varios tropiezos en su camino. Es el típico road movie que hemos visto decenas de veces, pero los mejores exponentes de este subgénero de la comedia sólo son tan buenos como la química escénica que existe entre ellos.

Martin y Candy la tenían. Robert Downey Jr. y Zach Galifianakis, no. Parecerá insólito, sobre todo cuando se toma en cuenta que ambos han demostrado que tienen un don natural para la comedia, Downey, Jr., en cintas como Kiss Kiss Bang Bang, Tropic Thunder e incluso en sus papeles de héroe en Iron Man y Sherlock Holmes; y Galifianakis en The Hangover al igual que en su popular serie de entrevistas Between Two Ferns que se pueden ver en Internet. Sin embargo, la relación entre ellos en pantalla no es graciosa, sino insoportable, aburrida y tediosa.  

Downey, Jr., encarna a “Peter”, un arquitecto que tiene que llegar a su hogar en Los Ángeles desde Atlanta para el nacimiento de su hijo. Galifianakis hace de “Ethan”, el aspirante a actor de Hollywood que provoca que boten a  “Peter” del avión y lo coloquen en la lista negra de pasajeros. Tras perder su cartera, “Peter” no tiene más opción que aceptar transportación en un carro alquilado por “Ethan”, cruzando de lado a lado Estados Unidos.

Hay dos arquetipos que suelen gravitar en este tipo de películas: el insoportable pedante de cuello blanco y el imbécil ingenuo de cuello azul. Downey, Jr., es el primero mientras que Galifianakis es el segundo, papeles que por sí solos realizan a la perfección. El problema es que las carcajadas  deberían surgir del choque de sus diferencias pero la combinación no funciona. “Peter” nunca deja de ser pedante y “Ethan” es tan idiota que lo que da es pena.

Debido al talento de ambos actores, el fracaso de esta comedia se hace aún más increíble cuando se le suma que fue dirigida por Todd Phillips, el mismo que el año pasado nos trajo la excelente The Hangover, por lo que lo único que nos queda es señalar a los cuatro guionistas, dentro de los cuales se encuentra Phillips, pero que no son los mismos de ese mega éxito taquillero. 

El libreto sigue al pie de la letra el patrón de un road movie, pero el humor simplemente no está allí. Las situaciones que presenta son demasiado estúpidas e inverosímiles como para ser graciosas, pasando de la comedia física al humor oscuro entre una escena y otra, en un claro desbalance que no es nada efectivo. Los escritores intentan proveerle un ángulo emocional a la trama con la historia de las cenizas que, de su padre recién fallecido, carga “Ethan”, pero quien jamás consigue conectar con los espectadores. 

A veces así sucede: las estrellas se alinean en lo que aparenta ser un éxito, pero acaba en decepción.

¿Cuáles son algunos de tus road movies favoritos?