Creo saber por qué esta película se titula The Tourist. No tiene tanto que ver con uno de los protagonistas a quien se refieren como “el turista”, sino en cómo nos hace sentir a nosotros, el público, a lo largo de su aburridísima trama.

La verdadera estrella de este largometraje no es Johnny Depp ni Angelina Jolie. Ambos artistas no son más que una distracción. La atención se la roba la hermosa ciudad de Venecia donde se desarrolla su historia. Es como ver un vídeo de viajes invitándonos a navegar por sus calles o a quedarnos en uno de sus extravagantes hoteles para los ricos y famosos. Ahora si tan sólo no hubiese una abrumadoramente tediosa historia distrayéndonos de sus paisajes, la experiencia sería mejor.

Los espectadores no son otra cosa que turistas en esta producción, porque ni el guión, ni  la dirección y muchos menos las actuaciones consiguen que nos involucremos con su argumento. Ni hablar de que nos importen los destinos de sus personajes. No existe ningún gancho emocional que nos acerque a ellos.   

¿Por qué el director Florian Henckel von Donnersmarck -el mismo  que nos dio la estupenda The Lives of Others- eligió este como su segundo largometraje? No tengo idea. Quizá la cinta original francesa, Anthony Zimmer, en la que The Tourist se basa, sea muy superior a la versión de Hollywood. No sería la primera vez. Pero al menos esta versión es totalmente superficial.

El guión se desarrolla con la calma de una película de “James Bond” en Xanax. Angelina Jolie interpreta a “Elise”, una mujer que es perseguida por la inteligencia británica para dar con un prófugo que robó millones de dólares. Su deseo por encontrarse con este criminal, del que está enamorada, la lleva a Venecia y a utilizar a un turista estadounidense (Depp) como una distracción para que las autoridades -y la mafia a la que también timó- crean que se trata del ladrón que alteró su rostro con cirugía plástica.

Sé que no se dan premios por esto, pero de existir una categoría de persecuciones más aburridas del año, The Tourist arrasaría. Hay dos de ellas, una con Depp caminando descalzo y en puntillas por los techos de Venecia y otra a bordo de dos botes que no pueden haber ido a más de 5 nudos. Suena emocionante, ¿no? Es el fallido intento del director por inyectarle a energía a un libreto que no tiene ni una pizca de ella.

Los estelares actores tampoco realizan nada para que el filme sea, por lo menos, tolerable. Jolie y Depp serán dos de los artistas más deseados del mundo, pero juntos tienen tanta química como la que hay entre dos muñecos de “Barbie”  y “G.I. Joe”. Jolie no tiene otra cosa que hacer más que lucir sexy y misteriosa, ya que sus líneas de diálogo  no son tantas. Tampoco podemos contar con Depp, con su trabajo más flojo en años. Parecería que en sus últimos filmes ha estado tan acostumbrado a interpretar papeles caricaturescos -como “Jack Sparrow”, “Willy Wonka” y el “Mad Hatter”- que se le olvidó cómo actuar con naturalidad si no tiene alguna excentricidad de qué apoyarse.

Venecia, sin embargo, luce espléndida.