A pocos días de que estrene una de las películas más esperadas del año, The Dark Knight Rises, encontré meritorio hacer una retrospectiva de sus dos predecesoras desde la justa perspectiva que nos ofrece el tiempo. Por ende, el título “Retro(per)spectiva” -algo que podría convertirse en una sección regular de este espacio- en la que reviso un viejo filme que de alguna forma es relevante en la actualidad.

Hacía años que no me sentaba a ver Batman Begins de principio a fin. Verla por pedazos en televisión realmente no cuenta. Se pierde el singular acercamiento cinematográfico de Christopher Nolan al famoso personaje de DC Comics. Señalo “cinematográfico” porque Batman ya había recibido múltiples tratamientos más crudos en el medio gráfico bajo la pluma de escritores como Frank Miller y Alan Moore antes del estreno del filme en el 2005, y fueron de incuestionable inspiración para el guión de Nolan y David S. Goyer.

Al verla otra vez, lo que más me llamó la atención fue el hecho de que Batman en sí es un personaje secundario y el aspecto menos llamativo de la trama. Para Nolan, Batman Begins es la historia de Bruce Wayne, y aún cuando éste se disfrace de murciélago y infunda el terror a los criminales de Gotham, nunca deja de ser Bruce Wayne. Incluso en el emocionante desenlace, el villano del filme, Ra’s al Ghul, no está peleando con Batman, sino con su antiguo discípulo del League of Shadows.  


Mediante su característico uso de flashbacks y flujos del consiente que se integran en la narrativa casi de manera invisible –algo que ha hecho desde Memento y perfeccionado en The Prestige e Inception-, Nolan nos expone simultáneamente al pasado y presente de Bruce Wayne con la banda sonora de Hans Zimmer y James Newton Howard sirviendo como hilo conductor entre los traumas del pasado y sus efectos en el presente.

Este primer acto extendido, en el que vemos el asesinato de los padres de Bruce, su entrenamiento y creación de su álter ego, es mi favorito de todo el filme y de vital importancia no sólo para el desarrollo temático de este largometraje sino de los subsiguientes. Sin haber visto nada de The Dark Knight Rises, sospecho que los acontecimientos de Batman Begins tendrán mayor resonancia en esa película que el enfrentamiento con el Joker en The Dark Knight, al cerrar el arco que han delineado Nolan y su hermano, Jonathan, para la trilogía.

El miedo es una parte integral del personaje de Bruce Wayne, sentimiento que a su vez canaliza como arma contra sus enemigos. La interpretación de Christian Bale como el llamado “Príncipe de Gotham” es verdaderamente fascinante y digna de mayor reconocimiento del que ha recibido, en especial durante ese primer acto que contiene muchos matices y emociones reprimidas que conformarán su carácter. Su actuación refleja vulnerabilidad mientras se debate entre la fachada de Bruce Wayne el playboy y el hombre que quiere hacer honor al espíritu de su padre.


Batman Begins se distingue por su acercamiento verídico a una historia fantástica. Nolan desarrolla los arquetipos del cómic dentro de un contexto más real que el que habíamos visto hasta entonces en las películas de superhéroes, siempre sobreponiendo el aspecto humano a todos los gadgets y destrezas de su protagonista. El director resalta el lado detectivesco de Batman que no estuvo muy marcado en las cintas de Tim Burton. En esencia, su versión del personaje va más a tono con un film noir criminal que con los filmes de Spider-Man, X-Men y Daredevil.

En momentos cuando muchos blockbusters de esta índole se sienten como prólogos para desarrollar franquicias multimillonarias, Batman Begins funciona por sí sola como una perfecta historia de origen. De haber sido un fracaso, nuestro mayor lamento habría sido no poder ver lo que Nolan haría con el Joker, personaje tan sólo insinuado en la última escena -y uno de los mejores cliffhangers del cine- con un simple naipe. Nada de eso de hacernos esperar hasta el final de los créditos, que ahora se ha vuelto la norma. 

Por suerte, el largometraje fue un éxito y el primer paso para que a Nolan se le concediese el privilegio que pocos directores obtienen de parte de los estudios: el derecho a decidir el corte final de sus obras. Batman Begins demostró que el talento que habíamos visto en Memento e Insomnia se podía transferir fácilmente a una mega producción sin perder ni una pizca de integridad, y Nolan apenas estaba comenzando a sorprendernos.