Una de mis primeras memorias se remonta al interior de un teatro de cine en Ciudad de México. Estoy sentado sobre el regazo de mi padre viendo “Return of the Jedi” cuando de pronto “Luke Skywalker” le remueve la máscara a “Darth Vader” para revelar por primera vez el rostro de su padre, “Anakin Skywalker”. Desde entonces he sido un ferviente fanático de la saga.

Es por eso que me fastidia tanto que George Lucas continúe empeñado en convertir a “Star Wars” en un producto genérico de ciencia ficción. Poco a poco, el famoso cineasta me ha ido empujando hacia el lado oscuro y, a pesar de que casi siempre el niño que vive en mi sale en su defensa, honestamente ya no encuentro cómo hacerlo. Al tipo parece ya no importarle lo que ocurra con su creación siempre y cuando su bolsillo sea compensado con millones de dólares.

Muchos recordarán cuando las palabras “A long time ago in a galaxy far, far away…” preludiaban el comienzo de una gran aventura cinematográfica. De eso ya va más de una década… antes de que Lucas alterara la trilogía y decidiera que “Greedo” iba a disparar primero, que la pintoresca canción de los “Ewoks” se sustituiría por música pop y que el fantasma joven de “Anakin” debía aparecer al final de “Return of the Jedi. Y por favor, ni me mencionen la transformación del palacio de “Jabba” en un show de los “Muppets”.

Desafortunadamente, hoy día la mera mención de “Star Wars” no inspira la misma reverencia que hace unos años. Las tres secuelas –o mejor dicho, pre-cuelas- que George Lucas dirigió entre 1999 y 2005, vistas objetivamente y desprovistos de las gringolas del fanatismo, nunca consiguieron recapturar la magia de la trilogía original, aquella en la que los efectos especiales eran -y siguen siendo- formidables, pero subordinados a la fantástica historia de cómo “Luke Skywalker” y la Alianza vencen al imponente Imperio de “Darth Vader”.

Sin embargo, a pesar de la tibia acogida que recibieron los nuevos filmes, la serie no había alcanzado la mediocridad… hasta hoy. Sé que existe un infame especial de Navidad que supuestamente es la basura más grande que se haya filmado con respecto a "Star Wars". Pero como yo no lo he visto, para mí "The Clone Wars" recibe esa descripción.

Con el estreno de la cinta animada la saga toma un giro hacia lo patético, comenzando por la eliminación de los actores de carne y hueso –cuyas presencias en las películas siempre fueron una molestia para Lucas- y reemplazándolos por insípidos muñecos computarizados que no transmiten ningún tipo de emoción a los espectadores.

En momentos cuando el público ya está acostumbrado a la calidad artística de cintas como “Wall-E” y “Kung Fu Panda”, es inexcusable que Lucas, uno de los pioneros de la tecnología en Hollywood, haya permitido que imágenes tan carentes de inspiración terminaran en la pantalla grande. Pero la pésima y rígida animación es tan sólo uno de los problemas en la lista de pecados que plagan a esta película.

El libreto contiene posiblemente la premisa más aburrida que usted o yo hayamos conocido dentro del universo de “Star Wars”: el hijo de “Jabba the Hutt” –el enorme gángster de “Return of the Jedi”- es raptado y los “Jedi” son enviados a rescatarlo. La trama suena simple pero el guión se va tornando más y más rebuscado a medida que va transcurriendo la película al punto que al final ya no importa quién secuestro al grotesco infante ni mucho menos por qué lo hizo.

A la lista de personajes olvidables de “Star Wars”, ahora se puede agregar a “Ahsoka Tano”, la nueva alumna del héroe “Anakin Skywalker”. La “padawan” de 14 años es insoportable, pero ésa no es la molestia ya que actúa de acuerdo a su edad. El problema es que se expresa como una habitante del planeta Tierra, no de una galaxia lejana, y su comportamiento es demasiado similar al de los adolescentes que salen en los programas de MTV. Sólo le faltó decir “Chill out Jedi dude. This awesome Force thingy is gonna kick major Sith ass!”.

“Star Wars” puede funcionar en el medio animado. Prueba indiscutible de ello es la serie de cortometrajes “Clone Wars” que Genndy Tartakovsky dirigió para el canal Cartoon Network entre el 2003 y el 2004. Pero este nuevo largometraje a quienes único podrían entretener son a los aficionados más pequeños. Pero en lo que a mí concierne, yo jamás pienso someter a mi hijo a semejante porquería. Cuando llegue el momento, sólo le enseñaré la trilogía original. Que decida él cuando crezca si quiere ver el resto.

Si lo anterior se lee como el lamento de un niño que se crió soñando con ser un “Jedi”, sepa que no está muy lejos de la verdad. Pero como haría cualquier otro miembro de las legiones de fanáticos de la vieja escuela de “Star Wars”, es mi deber advertirles que se mantengan alejados de “Clone Wars”. Después de verla, “Jar Jar Binks” ya no les será tan desagradable.