De entrada confieso un prejuicio: se me hace sumamente difícil no dejarme llevar por la sensación de absoluto asombro al ver una cinta animada que emplea la minuciosa técnica del stop-motion, sobre todo cuando es un trabajo tan bien cuidado y expertamente realizado como The Boxtrolls, la más reciente obra del estudio Laika, cuyos extraordinarios artesanos figuran como los paladines contemporáneos de este arte tan antiguo como el cine mismo.

El espléndido largometraje, basado en la novela “Here Be Monsters! del autor Alan Snow, tardó 18 meses en realizarse, con cada uno de los 30 animadores trabajando largas horas para -individualmente- conseguir tres o cuatro segundos de material por semana. ¡Segundos! Esa combinación de increíble dedicación e inimaginable paciencia –de la que nace en gran parte mi admiración-  queda hermosamente expuesta en cada recuadro de esta simpatiquísima fábula del conflicto entre las clases, desarrollada en un fantasioso pueblo “dickensiano” donde unos monstruosos “trolls” aterrorizan a la población tras supuestamente raptar a un bebé humano.

La trama gira en torno a este niño, de nombre “Eggs” (Isaac Hempstead Wright), quien crece creyendo que él también es un “troll”. En una de sus expediciones a la superficie –él y sus amigos viven en una cueva debajo de las calles adoquinadas-, “Eggs” se topa con la niña “Winnie”, uno de los personajes más memorables que ha salido del estudio gracias en gran parte a la fabulosa actuación vocal de Elle Fanning, quien nunca parece haberse divertido tanto con un papel.“Winnie” no le teme a los cuentos de los “trolls”, al contrario: está deseosa de descubrir su escondite para ser testigo de las montañas de huesos y ríos de sangre de los que tanto ha escuchado.

Resulta que la mala fama de los inofensivos y pequeños “trolls” –quienes se esconden dentro de cajas que también usan de vestimenta- es puramente una leyenda promovida por “Archibald Snatcher”, interpretado por la intimidante voz de Ben Kingsley, muy a tono con el grotescamente fantástico diseño de su personaje. “Archibald” es un ciudadano de clase baja que anhela más que nada codearse con los líderes del pueblo, identificados por su singular sombrero blanco que es el objeto de su envidia, por lo que llega a un acuerdo con el alcalde: si logra erradicar la “plaga” de los “trolls”, será invitado a formar parte de la elite.

Aunque un poco más tenue que en sus dos producciones anteriores –la escalofriante Coraline y el divertido curso infantil de “zombies 101”, ParaNorman- The Boxtrolls retiene esa encomiable cualidad de Laika de introducir a los niños a lo tenebroso sin pasarse de la raya. Sin la necesidad de recurrir a números musicales ni personajes excesivamente adorables, los debutantes directores Graham Annabele y Anthony Stacchi utilizan la ternura y comedia física de los “trolls” como contrapunto a los aspectos más macabros de la historia.

La juguetona banda sonora de Dario Marianelli –en la que combina la ópera con las marchas y el clavecín- mantiene la atmósfera liviana y agradable, asegurándose de que los niños no tendrán que dormir en la cama de sus padres tras disfrutar de la cinta. Y para los que se marchan de la sala tan pronto termina la película, sepa que The Boxtrolls contiene la mejor escena post-créditos que se ha visto en los últimos años (sí, mejor que todas las de Marvel), con la que se le rinde un merecido tributo a los verdaderos protagonistas de esta obra.