Decir que The Grandmaster es una “película de artes marciales” sería tan errado como calificar Chungking Express -otra fantástica obra del director Wong Kar-wai- como una “comedia romántica”. Sí, la segunda contiene comedia y romance, pero jamás se acopla en contenido –y mucho menos en estilo- a los convencionalismos y clichés que en las últimas décadas se han hecho autóctonos de ese subgénero.

Lo mismo ocurre con The Grandmaster: los puños y las patadas están ahí, pero solo al servicio de una propuesta más ambiciosa que los usa de accesorios esporádicamente.

En su noveno largometraje, Wong ofrece su característico acercamiento expresionista a  la filosofía de las artes marciales, particularmente el Wing Chun, practicado por el legendario maestro Ip Man –interpretado en el filme por Tony Leung- quien además es conocido por haber entrenado a la estrella de cine Bruce Lee. Muchas películas se han hecho acerca de Ip Man, pero ninguna se ha visto tan exuberante como esta.

Trabajando con un nuevo cinematógrafo, Phillipe Le Sourd, el cineasta hongkonés detrás de la obra maestra In the Mood for Love pinta la pantalla de hermosos tonos marrones y dorados para contar la historia de este hombre y su relación con las artes marciales. La trama se inicia en los años 30, con China bajo amenaza de invasión por parte de Japón. Un viejo maestro de las regiones del norte baja al sur en busca de un sucesor y allí encuentra a Ip, quien a su vez conoce a la hija del maestro, Gong Er (Ziyi Zhang), una joven experta en la técnica de su padre frustrada ante el hecho de ser mujer y no poder ser considerada para ese honor.

A través de su singular mirada contemplativa, Wong expone en pantalla -con suma delicadeza y atención al detalle- el balance por el que se rigen, no solo las artes marciales, sino la vida, y cómo fuerzas externas atentan contra ambas. El libreto sigue los pasos de Ip Man y Gong Er desde los años 30 hasta los 50, envueltos en un agridulce romance no consumado –muy a tono con las sensibilidades del director y guionista- mientras la narrativa gravita entre la acción de las magníficas y hasta eróticas secuencias de artes marciales y el a veces letárgico ritmo de las escenas dramáticas. 

Esto último sería un problema de no ser por las hipnotizantes actuaciones de Leung y Zhang, y la manera como nos enamoran por medio de sus palabras y la bella danza de acrobacias en las expresan mucho más que los puños y patadas.

Nota al calce: Si desean ver otra muy buena película acerca de Ip Man, que se concentra más en la acción, les recomiendo Ip Man, con Donnie Yen).