Aprendí a ver películas de David Lynch tras luchar con Mulholland Dr. Digo “aprendí” porque genuinamente fue un proceso de aprendizaje, y digo “luchar” porque esta relación comenzó con una frustrante experiencia que acabó transformándose en la más profunda admiración.

La primera vez que vi Mulholland Dr. no salí muy contento del cine. Desconocía el trabajo previo de Lynch y fui al cine motivado por lo que había leído de la cinta, nominada a varios Oscar y ocupando las más altas posiciones de la mayoría de las listas de lo mejor del 2001. Dos horas y media después, me costó trabajo comprender por qué. Me la pasé más de la mitad del filme tratando de seguir la trama, de entender a los personajes, sus relaciones, motivaciones y por qué todos actuaban tan mal, como si se tratase de una terrible telenovela. Lynch, sin embargo, ya había dejado su huella en mi psiquis, y lo que comenzó como una molestia se convirtió en una inquietud y eventualmente en una curiosidad.

¿A caso no son esas las mejores películas? ¿Las que se te implantan en la cabeza y no te dejan penar en otra cosa que no sea ellas? Mulholland Dr. fue así para mí, y meses después cuando la revisité en DVD, mi reacción fue radicalmente opuesta. El misterio central se desvaneció, las magníficas actuaciones no podían tener mayor sentido y acepté lo incomprensible como una parte intrínseca de la obra. Lynch me hizo sentir la película, algo que en retrospectiva ya había logrado en mi primera exposición a ella pero que mi acondicionamiento a la narrativa convencional no me permitió reconocer.

Mulholland Dr., y el cine de Lynch en general, funciona en otro nivel, uno en el que impera la lógica del sueño y no hay espacio para lo racional. Dentro de su ilustre filmografía, esto nunca ha sido más cierto y mejor evidenciado que en esta obra maestra del cine surreal. INLAND EMPIRE se acerca pero gravita más hacia lo experimental, igual que Eraserhead. Resolver el misterio que se cuenta en Mulholland Dr. no es difícil, no si se está en la misma frecuencia que la película. Todas las pistas están ahí a plena vista. La clave reside en dejarse llevar, no por lo que los personajes dicen y hacen, sino por las emociones que transmiten, tanto ellos como la inquietante atmósfera que confecciona el director de Blue Velvet.

En una actuación que la colocó en el mapa y que aún no ha logrado superar, Naomi Watts es tan indispensable para la efectividad del filme como la extraordinaria dirección de Lynch, el indiscutible maestro de extraer lo escalofriante de lo cotidiano. Watts interpreta a “Betty”, una ingenua actriz que llega a Hollywood con el objetivo de ver su estrella en el Walk of Fame y cuyo camino se cruza con el de “Rita” (Laura Harring), una amnésica mujer a quien ayuda a redescubrir su identidad. Tan solo escribir esa última oración subraya cuán inconsecuente es la premisa del filme, y aún más intentar cualquier resumen de su trama. 

Ver a Watts actuar “mal” durante gran parte del filme es ser testigo de una de las mejores actuaciones de las pasadas décadas, una que cobra mayor fuerza cuando su mundo perfecto comienza a derrumbarse y la cruda realidad se apodera del argumento. La fascinante secuencia en el Club Silencio –una de las mejores en el canon de Lynch- es el escenario donde esto se da y la mayor prueba de su talento para provocar una variedad de emociones. En cuestión de minutos pasamos de la intriga al llanto y al terror sin necesariamente tener claro lo que está ocurriendo. Los sentimientos de los personajes se convierten en los nuestros y Lynch nos sienta en el Club Silencio sin que nos demos cuenta.

Desde entonces, me he convertido en devoto de David Lynch y he aprendido una muy valiosa lección como cinéfilo: hay películas que merecen una segunda oportunidad, especialmente las que no nos podemos sacar de la cabeza. Si están ahí molestándonos, obligándonos a pensar en ellas, es porque algo hicieron bien. 

El disco

La restauración en 4K de Mulholland Dr. fue supervisada por Lych junto al cinematógrafo Peter Deming. Con ese sello de aprobación, lo único que se podría esperar es excelencia, y así mismo es. La película jamás se ha visto mejor en formato casero, con una impecable copia en resolución 1080p que le da nueva vida a todas las escenas -incluso aquellas con poca iluminación- a través de una fantástica y mejorada reproducción de colores y un increíble nivel de detalle que le agrega profundidad a la imagen.

El sonido no se queda atrás. Mezclado en DTS-HD Master Audio 5.1, todo fanático del cine de Lynch sabrá que el audio compone una parte sustancial de la experiencia. La pista en inglés se escucha fenomenal, con gran amplitud y dinamismo entre los canales. Solo busquen la escena en el Club Silencio, suban el volumen y Rebekah del Río se encargará de erizarles la piel.


En términos de material suplementario, el grueso se compone primordialmente de entrevistas. Hay una por separado con Lynch y Watts en la que ambos abordan los mismos temas y recuentan las mismas anécdotas que han compartido por los pasados 14 años: su primer encuentro, la difícil filmación de la escena de masturbación, cómo Mulholland Dr. lanzó a la actriz al estrellato, etc. Ninguno ofrece material verdaderamente nuevo. Más interesantes resultan las entrevistas que reúnen a los tres protagonistas con la directora de casting Johanna Ray en la que discuten cómo y por qué fueron elegidos para sus respectivos papeles, las complejidades de ciertas escenas y el método de trabajo de Lynch.

También se incluyen sendas entrevistas al compositor Angelo Badalamenti, quien habla no solo acerca de su banda sonora sino del diseño de sonido que confeccionó junto a Lynch; al diseñador de producción Jack Fisk, viejo amigo de Lynch y el encargado de escoger la icónicas localizaciones de Los Ángeles en las que se rodó la película; y al cinematógrafo Peter Deming, quien ofrece cautivante información acerca del uso de colores en el filme e incluso arroja luz sobre una de sus escenas más enigmáticas, la del misterioso vaquero.

También tenemos una escena editada de la película –nada particularmente esencial ni memorable-, más de 25 minutos de material grabado tras bastidores durante la filmación de Mulholland Dr., el tráiler original y un panfleto ilustrado que contiene una entrevista con Lynch a cargo de Chris Rodley, autor del libro Lynch on Lynch.