“Nelly Lenz” retorna a las ruinas de Berlín cargando los horrores del holocausto –al menos los visibles- en su desfigurado rostro, escondido detrás de múltiples capas de vendajes empapados de sangre. Ella fue una de las “afortunadas”, pues sobrevivió el disparo que le hiciera un nazi a quemarropa cuando las fuerzas aliadas se acercaban a Auschwitz a finales de la Segunda Guerra Mundial. 

La cantante judía se pierde entre viejas fotos de lo que parece ser otra vida, entre amigos y copas, cuando aún se veía como ella. La cara que contempla ante el espejo no es la suya, sino la de una extraña, la misma que ahora camina entre los despojos de lo que alguna vez fue su hogar como un fantasma del pasado, uno demasiado presente como para jamás ser olvidado, aunque así lo prefieran la mayoría de sus compatriotas contemporáneos.

Esa insistencia en “pasar la página”, en no querer reconocer los crímenes cometidos, yace en la médula del fantástico libreto de Phoenix, el más reciente largometraje del director y guionista Christian Petzold, que lo reúne nuevamente con su musa, la actriz Nina Hoss, para hilvanar las virtudes de un misterio hitchcockiano con las características del típico drama holocáustico y el film noir. Evocar un clásico de la magnitud de Vertigo requiere partes iguales de talento y osadía, pero estas son dos facultades que el cineasta alemán exhibe cabalmente en pantalla en lo que hasta el momento sobresale como su mejor película.

Hoss interpreta a “Nelly” con la angustia de un alma en pena que deambula por los escombros de la capital en busca de pedazos de lo que fue su vida antes de ser capturada por los nazis. Tras la muerte de todos sus familiares, su único anclaje al pasado lo es su marido –interpretado por Ronald Zehrfeld-, quien muy bien pudo haber sido el que la delató a las fuerzas de Hitler. “Nelly” encuentra al antiguo pianista en una barra, pero este no la reconoce. Sin embargo, sí percibe un parecido suficiente como para proponerle un trato a esta “extraña”, pidiéndole que se haga pasar por su fenecida esposa para reclamar su herencia y dividírsela en partes iguales. “Nelly” acepta, motivada en parte por el amor que aún siente hacia él y su deseo de reconciliarse, pero sin poder deshacerse de la sospecha de que él fue el culpable de su infierno terrenal.

El “¿lo hizo o no lo hizo?” pudo haber sido un anzuelo muy tentador para retener la atención hasta el último minuto, pero Petzold responde esa interrogante desde el primer acto. El verdadero gancho yace en ver la transformación de “Nelly” de víctima silente a renacida dueña de su destino. La estupenda interpretación de Hoss actúa como un imán imposible de resistir, capturando al público en las entrañas del misterio mientras Petzold lo utiliza para desarrollar los matices de su libreto.

“Nelly” funge como la encarnación del holocausto, pero su nueva imagen la hace irreconocible, aun para alguien como su marido, quien debería reconocer su personalidad. La película exige un poco de credulidad de parte del espectador en este aspecto, pero no más ni menos que la que pidió Alfred Hitchcock en Vertigo. Petzold está más interesado en lo que quiere decir a través de “Nelly” que en la verosimilitud de su argumento. Los personajes que la rodean viven en una constante negación, enfocados en el presente y reacios a abordar cualquier tópico del pasado, quién sabe si por vergüenza o por complicidad. 

El desenlace de Phoenix no podría ser más magistral. Petzold y Hoss cierran su más reciente colaboración con broche de oro a través de un final destinado a ocupar las más alta posiciones entre los listados de las mejores escenas finales del cine. Es entonces cuando la recurrente melodía jazzeada del clásico tema “Speak Low” no solo evidencia su propósito en la musicalización del filme sino que adquiere un significado mayor dentro de la narrativa, resolviendo tanto el conflicto central como puntualizando la extraordinaria actuación de Hoss.

El disco

Al ser un filme tan reciente, no sorprende el que Phoenix luzca tan bien en alta definición. La imagen presentada en formato 2.40:1 y resolución 1080p proviene de una copia procesada en 2K, por lo que la claridad y detalle no podría ser mejor en Blu-ray. El audio resulta igualmente nítido, con los sonidos del jazz que componen la banda sonora aprovechando todos los canales de la pista en alemán 5.1 DTS-HD Master Audio.

De los suplementos sobresale una conversación entre Petzold y Hoss de unos 26 minutos de duración grabada con el propósito de incluirse en este disco. Ambos rememoran acerca de su relación profesional a la vez que abordan los temas centrales de Phoenix. Adicional a esto, tenemos un making-off, una entrevista al cinematógrafo Hans Fromm, el tráiler del filme y un panfleto ilustrado con un ensayo escrito por el crítico de cine, Michael Koresky.