Como todo un maestro del arte –sí, arte- de confeccionar un esquicito ramen, el director Juzo Itami vierte en Tampopo un variado manjar de géneros, personajes, ideas y fetiches agrupados en una docena de viñetas que por separado no resultarán tan apetitosas, pero mezclados dentro de la misma olla producen un sabor único e irresistible.

El famoso largometraje de 1985 abre con un gánster (Koji Yakusho) disfrutando de un banquete dentro de una sala de cine, reflexionando acerca de la muerte mientras le habla directamente al espectador, y termina con un close-up de un bebé mamando la teta de su madre. Entre medio de estas escenas vemos a una mujer levantarse de su lecho de muerte para cocinarle a su familia, a un grupo de pomposos ejecutivos incapaz de ordenar comida en un restaurante francés por no conocer el idioma, la elaboración de varios platos tradicionales japoneses –uno de estos hecho con una tortuga que matan en cámara- y las diferentes maneras como los placeres culinarios pueden combinarse con los carnales.  

La comida –por si no ha quedado claro hasta ahora- es el leitmotiv de este singular filme que jamás debería verse con el estómago vacío. El hilo conductor que recorre a través de estos y otros sketches gira en torno a un “ronin” vaquero –interpretado por Tsutomo Yamazaki- que pone su vasto conocimiento acerca del ramen al servicio de “Tampopo” (Nobuko Miyamoto), la dueña de un establecimiento de ramen que aún no logra dar con esa receta perfecta que la hará distinguirse del resto de los restaurantes.

Esa persecución de la perfección –de una vida dedicada a ella- compone la médula de la película, una idea muy japonesa que se puede ver en algo tan reciente como el documental Jiro Dreams of Sushi acerca de un legendario chef de sushi y su aplicación a su arte. Itami le dedica todo el tiempo necesario a las secuencias donde casi se puede degustar los platos que se están cocinando, condimentándola con un tremendo sentido del humor que toma prestado de los westerns y otros géneros mientras brinca de una viñeta a otra. No todas resultan memorables, como suele ser la naturaleza de esas películas estructuradas episódicamente, por lo que la película se estanca cerca del punto medio.

Sin embargo, la variedad del menú mantiene el interés, porque la verdad es que no hay nada similar a Tampopo. Aun cuando parece divagar en diferentes direcciones, la película regresa a su centro, uno dirigido a apelar al paladar del público y divertir a través de sus ocurrencias y agradables personajes. Y aquellos que quieran extrapolar significados más profundos en ella, los encontrarán en el regusto.

El disco

Tampopo debuta en blu-ray luciendo una estupenda restauración digital en 4K que hace la boca agua, y no solo por lo rico que se ve el ramen.

Los suplementos incluyen un documental de 90 minutos que cubre la producción de la película; entrevistas con la actriz Nobuko Miyamoto, la estilista de comida Seiko Ogawa y varios chefs expertos en la confección de ramen; el primer cortometraje de Itami, Rubber Band Pistol; un excelente video ensayo a cargo de Tony Zhou y Taylor Ramos dedicado a los temas centrales de Tampopo; el tráiler del filme y un ensayo escrito por el reportero culinario Willy Blackmore.