Más que su primera película, The Kid marcó para Charlie Chaplin la transición más significativa que daría su carrera hasta que la llegada del sonido al cine lo obligó a reevaluar -casi dos décadas después- la manera como realizaba su arte. Cuando este filme estrenó en 1921, el artista británico ya gozaba de muchísima fama como una de las caras más conocidas del cine a través de los cortometrajes de Essanay y Mutual. The Kid, sin embargo, extendería por primera vez su presencia delante y detrás de la cámara dentro del formato del largometraje.

El cambio trajo consigo las dificultades que se podrían esperar, empezando por un libreto que parece haber sido escrito para un corto y que por lo tanto no es desarrollado a plenitud, dejando varias lagunas en el trayecto. Del mismo modo, los chistes no son tan elaborados como eventualmente lo serían en las mayores obras de Chaplin, aunque no dejan de ser encantadoramente cómicos. Pero lo que escasea The Kid lo compensa con una relación central que se nos abraza del corazón.

En ella encontramos al clásico vagabundo de Chaplin sirviendo de padre a un huérfano, interpretado por el pequeño Jackie Coogan, quien nació con un rostro idóneo para el cine mudo. Ambos viven en una pobreza extrema y todos los días se ven forzados a hacer de tripas corazones para subsistir, pero el amor que hay entre ellos trasciende todas las adversidades. El conflicto hace su entrada en la historia cuando la madre del menor, quien lo abandonó de bebé y ahora es una estrella de cine, intenta reencontrarse con él al mismo tiempo que el vagabundo se escabulle de las autoridades para no perder a su hijo.  

El papel de la madre –encarnada por Edna Purviance- es una de esas lagunas que mencioné del guión. El personaje simplemente carece de sustancia, por lo que le quita peso emocional al desenlace. Sin embargo, en The Kid se observa a un Chaplin confiado y comprometido con el lenguaje puramente visual, haciendo escaso uso de los intertítulos para propulsar la trama y conteniendo todas las emociones en las actuaciones de la pareja protagónica. La escena en la que el niño es retirado de su hogar por la policía mientras clama angustiosamente por su padre es una que nunca falla en conmoverme, tan efectiva que casi puedo escuchar sus llantos. Aún en sus mayores obras, Chaplin jamás volvería a encontrar un mejor coprotagonista.

El disco

The Kid luce sencillamente espectacular en Blu-ray. Desde los close-ups hasta las escenas exteriores, la presentación de este clásico en 1080p goza de un nivel de detalles nunca antes visto en formato casero, con contrastes bien balanceados y tan sólo un rastro mínimo de deterioro en el celuloide. El sonido también goza de gran nitidez, con la música compuesta por Chaplin sonando claramente de principio a fin.

Los lanzamientos de Chaplin bajo el sello de Criterion siempre vienen cargados de extras, y esta vez no es la excepción. El disco contiene entrevistas de archivo con Jackie Coogan, Lita Grey Chaplin –una de las esposas del director-, el cinematógrafo Rollie Totheroh y el distribuidor del filme, Mo Rothman. También se incluyen tres escenas que Chaplin removió del corte original cuando lo reeditó en 1971, vídeo de Chaplin dirigiendo la orquesta para grabar la nueva banda sonora, un viejo corto noticioso acerca del retorno del cineasta a Europa, el cortometraje Nice and Friendly (1922), protagonizado por Chaplin y Coogan y tres tráilers de la cinta.

A esto se le suman tres suplementos nuevos que abordan The Kid desde una perspectiva histórica, comenzando por el ensayo Jackie Coogan: The First Child Star, que destaca al coprotagonista del filme. A Study in Undercranking es un “feature” de 26 minutos en el que el especialista en cine mudo Ben Model detalla el estilo de Chaplin así como las técnicas que empleó a la hora de realizar el humor físico que distingue su obra. Por último, tenemos una pista de comentario a cargo del experto Charles Maland en la que discute varios aspectos acerca de la producción, entre ellas las diferencias entre la versión original y la de 1971 así como resaltar –una vez más- la magnífica interpretación de Coogan.