Las mujeres siempre estuvieron al frente de la filmografía de Kenji Mizoguchi, incluso en sus largometrajes protagonizados por hombres. Ejemplo de esto se observa en The Story of the Last Crysanthemum, un trágico romance con el tradicional teatro kabuki como trasfondo, en el que el humanismo de este gran artista japonés quedó magistralmente expuesto.

Estrenado en 1939, el filme se desarrolla entre Tokio y Osaka en 1885, donde una familia de teatreros goza de los frutos que brinda la fama de su patriarca, uno de los actores más famosos de la nación. Su hijo adoptivo, “Kikonosuke Onoe” (Shotaro Hanayagi), es su aprendiz que aspira a superarlo en la difícil interpretación de papeles femeninos, pero mientras de frente sus allegados lo bañan de halagos, a sus espaldas nadie lo cree digno de llevar el apellido de su padre. Quien único se atreve a ser sincera con él es “Otoku” (Kakuko Mori), la niñera de su hermano menor, de quien se enamora no solo por su franqueza, sino también por la manera como lo impulsa a crecer como artista lejos de la sombra de su famoso padre. Pero el romance con la plebeya no tiene el visto bueno del patriarca, por lo que se deshace prontamente de los servicios de “Otoku”, forzando al joven actor a decidir entre su amor por ella y el que siente por el kabuki.

La historia sigue su curso natural a través de varios saltos hacia adelante en el tiempo donde vemos a los enamorados en distintas etapas de su vida, él continuando su lucha por destacarse sobre las tablas, y ella como el bastión del que él se sostiene y que cada vez queda más enterrada en el lodo a medida que él se acerca a su meta. Esta injusticia social –uno de los emblemas del cine de Mizoguchi- queda plasmada tristemente mediante la controlada interpretación de Mori, quien estruja corazones con su devoción por su marido, aun cuando este no la aprecia.

La proeza cinematográfica de Mizoguchi se hace presente desde los primeros minutos del largometraje, demostrando su dominio del plano secuencia a través de la técnica del “flowing scroll” que caracterizó su dirección y que se basaba en una idea tan simple como “un tiro, una escena”, siguiendo el flujo narrativo de los antiguos pergaminos japoneses que se desenrollaban para revelar un extenso cuento. El primero de tres increíbles planos secuenciales hace su aparición en el primer acto, pero el más memorable acontece cerca del punto medio, con un tiro ininterrumpido que comienza en un camerino, a traviesa el teatro y sus alrededores hasta culminar en la calle.

Mizoguchi logró realizar estas asombrosas secuencias cuando el cine apenas comenzaba a definirse como un lenguaje visual, y sus contribuciones a ese “diccionario” fílmico las empezó a someter desde aquí, uno de sus primeros y más laureados clásicos.

El disco

Hasta el lanzamiento de este Blu-ray, la única forma de ver The Story of the Last Crysanthemum era a través de la versión que había en Hulu, sacada de una copia muy maltrecha por el paso del tiempo. La reciente restauración en 4K subsana la mayoría de los problemas, obteniendo una imagen de mejor calidad y mucho más estable, aunque lejos de la perfección.

La mejoría más notable se aprecia en la estabilidad de la imagen, que antes saltaba mucho en las transiciones entre escenas, así como en la nitidez de la copia con una mayor uniformidad de los tonos grisáceos. Todavía se pueden notar rasguños y otros desperfectos, pero es la mejor versión disponible dentro de lo posible. 

Cabe señalar que la mayoría de las obras de Mizoguchi del principio de su carrera –alrededor de 50 películas filmadas entre los años 20 y 30- se perdieron para siempre. 

Los suplementos se limitan a una entrevista al crítico Philip Lopate en la que discute aquellas virtudes que distinguen el cine de Mizoguchi, su preferencia por las actrices, el desarrollo de su estilo y detalles de la vida personal del cineasta que influyeron notablemente su filmografía.