La intolerancia y el prejuicio son la orden del día en Estados Unidos, y el tétrico panorama político no promete que esto vaya a mejorar. Al contrario, podría tornarse peor. Acepto de entrada que esta no es la mejor manera de comenzar una crítica acerca de una colorida y jovial producción animada de Disney, pero a veces son las películas que uno menos espera las que sorprenden con su aguda perspicacia, sirviendo de espejo a las realidades más crudas filtrándolas a través de un prisma de optimismo, por más ingenuo que sea.

Zootopia es el título esa película así como la falsa utopía (¿existe algún otro tipo?) en la que se desarrolla esta divertida historia acerca de los peligros de juzgar por las apariencias y los prejuicios institucionalizados por décadas, incluso siglos, de estereotipos. O al menos esto es lo que sale a flote del astuto libreto de Jared Bush y Phil Johnston que hábilmente toma temas que han estado calientes en el “zeitgeist” y los diluye en una fábula infantil con las mejores intenciones de entretener pero, además, de transmitir una valiosa lección sin parecer que están sermoneando a la audiencia. Y la mejor manera de lograr esto es a través de la diversión.

“Juddy Hopps” (Ginnifer Goodwin) es una adorable conejita de un área rural que recién acaba de integrarse a los rangos de la policía de Zootopia, donde los depredadores y las presas viven juntos en aparente armonía. Sin embargo, al llegar al cuartel, sus compañeros de la uniformada la ven de reojo por el mero hecho de ser una pequeña liebre que aspira a imponer la ley y el orden en la ciudad. Su capitán la manda a dar multas, creyéndola incapaz de realizar gestiones más importantes, pero cuando un mamífero es reportado como desaparecido, “Juddy” descubre un patrón de secuestros con mayores ramificaciones.


La trama de Zootopia se ancla del misterio para retener la atención, y si algo nos ha enseñado el cine detectivesco es que un investigador es solo tan bueno como su compañero. El de “Juddy” continúa con la tradición de la pareja dispareja: un zorro de nombre “Nick Wilde” (Jason Bateman) cuyo diseño inmediatamente evoca al “Robin Hood” del clásico de Disney (sí, dije “clásico”). “Nick” -zorro al fin- es un experto timador que se ve involucrado en la investigación de “Juddy” por pura casualidad, pero su experiencia callejera rinde frutos a la vez que obliga a la pareja limar asperezas y despojarse de sus prejuicios de raza para esclarecer el caso.

El talento vocal de Zootopia es uno de sus mayores aciertos. La energía que manifiesta Goodwin hace maravillas para elevar a su personaje y ganarse el favor del público, mientras que el “Nick” de Bateman no pudo haber sido interpretado mejor por ningún otro actor. El zorro es reflejo de la personalidad relajada del comediante que parece que todo le resbala pero que usa esto como mecanismo de defensa para no salir malherido de situaciones personales. La química que se da entre ellos es tal que parecería que ambos grabaron juntos en la misma sesión, lo cual no es la norma. Si a esto se le suma el talento de Idris Elba, Jenny Slate, Bonnie Hunt y J.K. Simmons, lo que tenemos aquí es uno de los mejores elencos que se haya visto en una cinta animada en buen tiempo.

La animación tampoco se queda atrás. Bajo la dirección de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush, la cinta es una de las propuestas más llamativas que ha hecho Disney en los últimos años. Desde la apariencia de los personajes hasta la construcción de la metrópolis –que se asemeja a un parque temático dividido en comunidades ecológicas-, la película luce fenomenal, lo cual ayuda considerablemente a mitigar la seria naturaleza de su trama detrás del arcoíris.

Fuera de la más reciente e incomprensible canción de Shakira –quien tiene un pequeñísimo rol en el filme-, Zootopia no contiene números musicales, algo inusual para Disney. Esto va a tono no solo con el género en el que está trabajando sino con el perfil de su argumento, que si bien tiene como norte entretener al público, también invita a reflexionar acerca de los temas que aborda. Lo hará a través de chistes y caricaturas, pero se le aplaude el esfuerzo, especialmente cuando la mayoría de las cintas dirigidas a los niños se conforman con ser poco más que una distracción mientras se ingiere popcorn.

Nota al calce: Pendiente a la escena con el perezoso. Le prometo que pocas lo harán reír con más ganas en el 2016.