Es la primera vez que tengo que hacer un paréntesis en esta columna para pedir respeto para un artista. Es increíble el odio, la maldad y la falta de respeto que algunas personas demostraron ante la entrevista exclusiva que nos dio Samuel Hernández con motivo del lanzamiento de su disco y vídeo. No quiero creer que es un intento de destrucción a un cantante cristiano, cosa que no he visto contra algún intérprete urbano que dice barbaridades y no respeta a nadie, especialmente a las mujeres. Él solo pide que recemos, y falta que hace.

No hay derecho, ni de burlarse ni de atacar sin piedad a una persona que lo que hace es visitar hogares para orar y pedir por el bienestar de todos.

Si la idea es acabarlo como ser humano, o quizás como artista, les tengo noticias. Más gente internacionalmente lo ha apoyado viendo su nuevo vídeo sin importar que pelafustanes lo critiquen. Con todo y lo que diga, no le hace daño a nadie y tiene su fanaticada, gústele a quien le guste. Me imagino que él ya los perdonó, aunque sí saben lo que hacen. He dicho.

Político corrupto

El actor colombiano Marlon Moreno, el inolvidable “Capo”, “Pedro Pablo León Jaramillo”, tuvo problemas sicológicos para salir del personaje que lo catapultó a nivel mundial y lo convirtió en el actor mejor pagado de su país. Ahora es un político corrupto en La venganza de Analía, telenovela de Radio Caracol, y trabaja junto a su hijo, Bryan Moreno.

Luego de haber recibido tratamiento para salirse del personaje de El Capo se mudó a Los Ángeles buscando nuevos horizontes y gastó lo ganado en su país. Lo entrevisté hace varios años y me dijo que no haría personajes de malo, que eso había pasado, y entiendo que así ha sido, aunque no creo que su personaje de político corrupto sea nada bueno.

La historia retomará las circunstacias en que el personaje interpretado por Marlon Moreno cumple una condena en una prisón de Estados Unidos. (Suministrada)
Marlon Moreno.

Esta semana, hablando a los medios de su país sobre la cuarentena, dijo algo muy real: “Los días pasan con esperanza y desespero. El afán se acabó, ya uno no está pendiente de las fechas, solo sabe que es mañana, tarde y noche”.

Una casa marchita

Segundas, terceras y cuartas partes no son buenas. El último aleteo de la serie La casa de las Flores ha sido un fiasco. Se economizaron el sueldo de Verónica Castro y buscaron actrices buenas, pero que no componen ningún papel importante, que no sea alargar la serie.

Rebeca Jones, en el personaje de la madre de “Virginia” cuando ella es adolescente, no aporta nada a la historia que no sea ver que es egoísta. Isabel Burr de Verónica joven, por favor que le den un espejo para que vean que ni se parecen, ni tan siquiera en los gestos.

La casa de las Flores concluyó... marchita. Malet, malet.