En algunas ocasiones me preguntaba qué pasaría el día que tuviera que escribir sobre la muerte de Ruth Fernández. Realmente Ruth fue un personaje que estuvo en mi vida desde niña. Muchos de mis familiares en Ponce eran sus amigos y la querían mucho. Cuando yo escribía algo que no le gustaba, llamaba a mi hermano Chiro para que me regañara.   

Sus glorias internacionales y sus presentaciones en el país eran alabados por todos. Los ponceños veían en ella una figura de nivel mundial nacida en la Ciudad Señorial. Con el ir y venir del tiempo me la presentó mi padre: “A mí no me posterga nadie”, solía decir.  

Ruth celebró ser la primera artista internacional en llegar al Senado de Puerto Rico. Entonces llegó lo que se llamó Tele Coquí Pro Casa del Artista. Cada fin de semana diversos artistas llenaban los supermercados Pueblo en todo Puerto Rico vendiendo los cartones del Tele Coquí. Un amigo de Ruth panameño fue el creador de este juego que conseguiría llenar las arcas de la institución.  Ese juego “regaló” casas, autos, joyas etc. Pero curiosamente, ni la casa en Camino del Mar ni el auto se lo llevo nadie. Nadie sabía eso hasta que Pedro Juan Figueroa, Jaime Ruiz Escobar y Chamaco Rivera sacaron a relucir los asuntos relacionados a la Casa de Artista.  

Ya Ruth no estaba en el Senado, pero mantenía sus influencias, y allá fue a pedir varios millones. El senador Nicolás Nogueras la citó y Ruth fue acompañada del Lcdo. Vicente Ortiz Colón y fue éste mayormente quien contestaba.  Ruth decía que ella quería esa casa, que tendría desde teatros hasta personal médico para cuidar a los artistas cuando ya no pudieran valerse por ellos mismos . La Casa del Artista se construiría cerca de la Cuidad Deportiva Roberto Clemente en unos terrenos del Gobierno que le regaló Rafael Hernández Colón.   Pero el Senado no entendió cómo eran las finanzas de la organización y no le dieron el dinero. Varios legisladores, como Baltasar Corrada del Río, en San Juan, y en Caguas, sí le dieron fondos públicos para construir la casa… que nunca se construyó.  

El terreno de Carolina no le gustó a Ruth, dijo que eran mangles y había muchos mosquitos. Luego apareció otro terreno en la montaña y en éste ubicaron un letrero que decía: “Aquí se construirá la Casa del Artista”, y hasta enseñaban la maqueta por televisión” .  Luego vinieron las vistas del Senado encabezadas por Margarita Ostolaza, Jazmín Mejías y Velda González, quienes confirmaron la malversación de varios millones de dólares. El Senado refirió el caso a Justicia para que tomara acción inmediata porque habían fondos públicos envueltos y otras violaciones de ley. Señores, hasta voló dinero de baúles de autos y desde ventanas en Miramar. En fin, lo que el pueblo sabe. Cuando el informe llegó ante el Secretario de  Justicia Roberto Sánchez Ramos quedó ciego, sordo y mudo y fue el sepulturero de la verdad de la Casa del Artista. Eso lo llevará en su conciencia y es su problema.   

Irónicamente, a Ruth sí le hizo falta una Casa del Artista  para vivir sus últimos años.