NO es ni el primero, ni será el último. Me refiero a la situación por la que supuestamente atraviesa el cantante cristiano Samuel Hernádez.

CUANDO escribí la columna en PRIMERA HORA sobre un cantante que estaba en problemas con su esposa y que la había relegado a un segundo plano, aunque me habían dicho que Samuel estaba con una chica de San Lorenzo, la realidad es que había otro cantante también con problemas matrimoniales.

Ése lo resolvió y gracias a Dios está con su esposa, y lo de la supuesta chilla concluyó. De hecho, no está ni en la Isla.

Pero creo que si de verdad Samuel Hernández tenía algo con esta chica, cuyo nombre comienza con Y es de apellido Rivera, no debió tirarse con todo y tenis para tratar de tapar en una conferencia de prensa en un restaurante de Caparra lo que, según el testimonio de esta chica, fue un romance entre ellos .

No es la primera vez que una figura pública tiene un problema de esta índole. Hay que recordar cuando el reverendo Adolfo Font dejó todo por su amor por otra persona o cuando el ex secretario de la Sociedad Bíblica, Wilfredo Estrada, reconoció su relación con una joven. Su esposa lo perdonó y, que yo sepa, siguen juntos. El reverendo Jorge Rascke se divorció y sus hijas y su familia han continuado su vida.

En el caso de Samuel, me da mucha pena todo. No tan sólo por su esposa, sino por sus hijos, con los cuales he compartido en varias actividades.

el caso de infidelidad del baloncelista Kobe Bryant fue otro bien difícil. Él llegó a corte, dio la cara y reconoció que amaba a su esposa. El deportista salió bien de su caso y continúa con ella.

Lo que le quiero decir a Samuel, y repito, tú que has ayudado a tanta gente, quizás con situaciones como ésta, no has sabido bregar con la tuya. Lo que más pena me da es que, si como Y. Rivera dice, después de nuestra columna y de haber mencionado tu nombre en “SuperXclusivo” (Televicentro), presuntamente le diste $500 y le habrías pagado más si no daba declaraciones.

No entiendo bien si fue que el dinero era para que se callara o para qué.

Samuel, tú me conoces, nunca hemos pagado un centavo por conseguir informaciones, ni lo pagaremos. Eso va contra nuestros principios y ética.

Nosotros conocemos el barrio donde vive ella, el nombre de los niños, su familia, dónde y qué estudió. Pero eso, por ahora, no lo diremos. Samuel, la bola está en tu cancha.

Según citaste a una conferencia de prensa para decir que no eras tú la persona señalada, ahora todo Puerto Rico espera tus declaraciones.

Tu manejador, Víctor Diez de Andino, padre, me comentó que estabas reunido con tus abogados para decidir qué hacer y que habías aplazado tu viaje.

Comentando ahora que la chica Y. Rivera sólo es una “buscona” no le aclaras al público que te sigue qué hubo –si algo– entre ustedes. Recuerda que todos somos pecadores, pero si mentimos a sabiendas, es peor. Recuerda que es de sabios rectificar.

Tanta gente que has ayudado y que te quiere... Si de verdad todo eso sucedió, como Y. Rivera dice, es el momento de volverte a levantar, decir la verdad para que puedas recobrar la tranquilidad de tu familia. Hay que orar.