Conozco a muchos amigos que no les gustaba escuchar a Elliott Castro narrando partidos en la televisión. Obviamente, en estos días que le rendimos tributo póstumo, ellos no van a dejarlo saber.

Yo en cambio, siendo joven, fui uno de los fanáticos del deporte que fui atrapado por su estilo de narrar. Tal cual lo hacía Manuel Rivera Morales, Castro sabía ponerle una emoción especial a las grandes jugadas con sus frases y la fuerza con la que mostraba admiración.

No recuerdo exactamente cuando conocí a Elliott. Pero sí tengo grabado en la memoria que cuando lo conocí, él me hizo sentir como su familia. Así era él, siempre buena gente, siempre de buen ánimo.

Compartimos taller en varios viajes internacionales. En el 2001 en Neuquén, Argentina, por motivo del torneo Premundial de Las Américas, recuerdo que Elliott me buscó para que no perdiera cubrir algo especial que él organizó para poner otro granito de arena en la lucha por la paz para Vieques. 

Aprovechando el juego entre Argentina y Puerto Rico, Castro se las ingenió para unir a las dos selecciones para salir al terreno de juego con una pancarta reclamando la salida de la Marina de Vieques y comparando dicha causa con la de las Malvinas y la presencia allí de las fuerzas armadas británicas. Así era Elliott. Siempre tenía a su patria y la justicia social en agenda.

Luego nos vimos también en Turquía por motivo del Campeonato Mundial de la FIBA del 2010. Allí tuvimos un tiempo de compartir que atesoro en mi memoria porque en él conocí también lo bondadoso que era Elliott, algo de lo que yo también creo tener un poco.

Lo cuento porque el compartir vino después de haber tenido un tiempo antes, un malestar con Elliott, del cual conversamos y nos recriminamos detalles pero sin permitir que ello nos robara el respeto que siempre nos tuvimos. La historia no la contaré ahora porque no abonará nada, pero sí destaco que con Elliott se podía disentir y ello no cambiaba el respeto y la amistad. Tristemente, de ese tipo de personas, tenemos pocos en Puerto Rico y uno de los mejores, si no el mejor, se nos acaba de ir.

Gracias Elliott, por tanto. Por tu grandeza, no serás olvidado.