Sé que para muchos lo que diré es una ofensa, pero no puedo esconder decirlo: me aburre la NBA.

Bueno, me aburren los juegos vía paliza que se están jugando en los playoffs de este año.

Una mirada a los 73 partidos de postemporada que se han jugado este año reflejan que solo nueve partidos han sido decididos por un margen de tres puntos o menos. Y más de la mitad de los 29 juegos que se ha jugado en el mes de mayo han sido resueltos por margen de 20 puntos o más. 

La acción de postemporada de la mejor liga del mundo ha visto ya como cinco series se han resuelto vía barridas y nadie mira los juegos con la expectativa de ver quién llegará a la final porque ya no hay dudas que allí se verá una revancha entre los Warriors de Golden State y los Cavaliers de Cleveland.

Vale la pena mencionar que los Warriors juegan en los playoffs para inmaculada marca de 12-0, en tanto, que los campeones Cavs para 11-1.

En lo que respecta a mí, por solo una razón no he despachado ya  esta temporada. Y es precisamente esa final que se avecina, la que espero nos ayude a recuperar ánimo y ganas de ver los juegos.

La absurdo sería que en ella también abunden las pelas y los juegos que dejan de ser competitivos en la primera mitad.

No sé cómo la NBA va a resolver ese asunto, pero algo tendrá que hacer porque ciertamente al público le gustan los juegos cuando los equipos que se enfrentan tienen un gran nivel y provocan juegos de grandes emociones y decepciones.

Yo me hice fanático de la NBA en los años 90 viendo las fuertes rivalidades de los Knicks de Nueva York de Patrick Ewing contra los poderosos Bulls de Chicago de Michael Jordan. Pero estos playoffs del 2017 me están haciendo perder el interés en llegar a casa a prender el televisor y ver un partido. 

Ojalá y sea una cosa pasajera, pero por lo visto esto será una tónica que durará unos cuantos años. Si es así, como siempre ha sido, el béisbol seguirá siendo el deporte rey para mí.