En la época en que Puerto Rico brilló como nunca antes en las Grandes Ligas, es decir, entre finales de la década del 1980 y los primeros años del 2000, no tuve muchos problemas de escoger a un jugador favorito entre los peloteros de la Isla. ¡Y valga que estaba difícil decidirse por uno!

Ese jugador favorito para mí durante esos años lo fue el hoy hall of famer Roberto Alomar. La gracia con la que jugaba en la segunda base, y la agresividad con la que iba a la caja de bateo me hizo favorecerlo como el que no me quería perder ver jugar aún por arriba de mis lógicos peloteros a seguir de mi equipo favorito de la Isla, los Lobos de Arecibo, y por ende sus jugadores Cándido Maldonado, Bernie Williams y Carlos Beltrán, a quienes seguía no importaba en el equipo que estuvieran.

Recuento eso porque entrando a nuestra nueva era de éxito en la pelota en las Mayores, se me está haciendo un poco difícil elegir un nuevo favorito. Y esto porque reemplazar a Alomar no es cosa fácil.

 Ahora bien, me parece que precisamente ese modelo anterior es el que ha moldeado a nuestra nueva generación de grandes jugadores, y creo que por eso está dura elegir a un nuevo ídolo entre Francisco Lindor, Carlos Correa y Javier Báez, entre los muchachos nuevos. Es que en todos veo algo de lo que tenía Alomar.

Me explico. Todos entran al terreno con un aura de ser capaces de derrotar a su rival de cualquier forma: con el guante, con el bate, con un corrido o con una listería.

Es algo que también domina con excelsa capacidad Yadier Molina, quien es mi preferido de los pasados 10 años. Así que veremos a ver por quién me decido. Tal vez llegó una época de admirar a todos sin preferencias. Sería lo más justo.

Tal vez llegó una época de admirar a todos sin preferencias.