No ha sido un año agradable para el deporte, pues hemos perdido a muchas figuras importantes y queridas del País, entre ellos, a Luis Rodríguez Olmo, Héctor Cardona, Joaquín Martínez Rousset, Agustín Díaz, Elliott Castro y más recientemente, a Jenaro ‘Tuto’ Marchand.

Hace menos de dos meses compartimos con Tuto en la redacción de GFR Media. Como siempre, estuvo conversador, gracias a Dios con control de sus pensamientos, y evocando sus muchas historias de colaboración con esta empresa. Obvio, su cuerpo se notaba frágil, pero él no dejaba que eso lo dominara, pues aprendió hace tiempo que la mejor manera de vivir es con la mente intacta.

Estuve a su lado hasta que salió de la redacción. Casi al final, me contó que estaba muy agradecido del trato que le daba la FIBA, quien le tenía contratado a él y a su esposa, quien está encamada, enfermeras para atenderlos prácticamente 24 horas al día. Igual de agradecido estaba de Manolito Arroyo, quien le cuidaba y lo ayudaba a diario a mantenerse en sus intereses personales de acudir a la oficina de FIBA América y otros lares.

Entonces, antes de partir, Tuto hizo algo que no recuerdo a otro hombre hacer. No sé si lo hacía con todo el mundo, pero sí se de varios que también lo recuerdan. Al despedirse, Tuto tomó su mano izquierda y la colocó sobre mi rostro para darme una palmadita, una caricia tal cual le da un abuelo a un nieto, y luego dijo “me llamas para ver que te averiguo”. Estábamos en esos días esperando la decisión de la FIBA sobre el nuevo Director Ejecutivo de FIBA Américas y gestionaba con Tuto una entrevista con el Secretario General, Patrick Baumann.

La entrevista nunca se concretó. Y eso no viene al caso ahora. Pero la palmadita, de la cual recibí muchas de él, fue nuestra despedida final. Así era Tuto. Un hombre especial.