Al momento de usted leer la columna, nos encontramos a mitad de camino de nuestra cita electoral 2024. Dos años, en términos electorales, son dos siglos. Cualquier cosa puede ocurrir. Sin embargo, no deja de ser interesante revisar un poco el terreno donde nos encontramos.

El gobernador Pierluisi ha sorteado con cierto éxito sus dos primeros años de mandato. Una débil fiscalización, concentrada mayormente en la Cámara, le ha permitido anticipar que estaría buscando la reelección. Su talón de Aquiles sigue siendo el pésimo servicio energético y la lentitud con la cual se han estado disponiendo de los fondos federales asignados. El gobe tiene ese punto presente y ha estado presionando para que el dinero comience a moverse. Sabe que de ello depende darle movimiento a la economía, sobre todo ante la amenaza de una recesión que ya asoma.

Se cruzan los dedos para que la corrupción no lo salpique y no caigan figuras importantes de su administración. Las órdenes de allanamiento a dos de sus parientes se siguen con atención. El tiempo dirá en qué dirección se mueven. En términos de su partido no se observan trifulcas internas. El PNP terminó su reorganización. La redistribución electoral no les presenta un panorama tenebroso y su equipo electoral tiene al astuto Edwin Mundo.

Pierluisi como candidato a la reelección ya cuenta con más de un millón de dólares en sus arcas para su campaña. El coqueteo de la Comisionada Residente con la candidatura a la gobernación va y viene, dependiendo de cuán caliente se le ponga el panorama para Pierluisi. Sin embargo, no apuesto a un reto primarista. Si el mandatario se quita, corre y si se mantiene en que buscará la reelección, Jenniffer simplemente correrá para Washington.

El PPD es el que tiene el panorama más nublado. De manera inmediata y a pesar de que muchos se han hecho disponibles, no se identifica un líder fuerte para el control de la colectividad. Sus finanzas están en precario y aún le falta camino para concluir su reorganización. José Luis Dalmau ha confrontado problemas tanto para capitanear el Senado como el partido, provocando con mucha frecuencia controversias que distraen la atención y el rol primordial de fiscalizar al Gobernador.

El PPD ya no puede cortejar el voto liberal. Ese sector aún busca con ilusión una posible alianza que lleve cierta unión de fuerza entre el PIP y Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). El martes habían muchos salivando ante un posible anuncio, pero solo se trató de una denuncia. La legislatura PPD cerraba el cerco a la posibilidad de presentar enmiendas a candidaturas coligadas. Aquí o se crea una nueva estructura que fusione los dos sectores, algo que mientras viva Rubén Berríos veo difícil, o diseñar una estrategia para que voten por unos y por otros.

El reto sobre esa segunda posibilidad es que se tienen que presentar candidatos en todos los encasillados de la papeleta. De otra forma, la propia ley electoral pone trabas para la posible inscripción de los partidos. Juan Dalmau es, sin duda, el candidato a la gobernación más carismático de los que hasta ahora se proyectan. Hizo una estupenda e histórica labor en el proceso del 2020. Ya es el candidato nuevamente del PIP y en un potencial junte, podría ser el candidato de Victoria Ciudadana. Sin embargo, MVC se vería obligado a presentar un candidato o candidata a la gobernación. En lo que resuelven ese dilema y definen sus estrategias es de pensar que hasta ahora, ambos correrán su suerte de manera independiente.

Sobre el Proyecto Dignidad podemos destacar que su voz ha servido de satisfacción para los que votaron por ellos. Han defendido proyectos conservadores que, aunque a muchos les pueden fruncir el rostro, son de la entera satisfacción de los que creen en su agenda. Tal vez no tengan un gran récord legislativo, pero no han decepcionado a sus electores.

La repetición de una candidatura del Dr. César Vázquez podría no ser idónea. Joanne Rodríguez Veve ha sido su voz más fuerte, pero yo no la sacaría del Senado, donde parece ser una línea. Tal vez, Ada Norah Enríquez pudo ser mejor opción para la gobernación, pero la excandidata a la comisaría residente desapareció del panorama después de las elecciones. Así que, ahí queda trabajo por hacer.

El tablero de ajedrez no está definido. Al día de hoy, no resulta intimidante para el gobernador y eso explica su euforia a la hora de hablar de una reelección. Pero como dije al principio, para terminar este camino aún faltan dos años y eso en política es un mundo. ¡Ya veremos!