La temporada electoral ya comenzó y las redes sociales así lo acusan. Los políticos están haciendo todo tipo de actividades para acumular puntos y, como decía el personaje de “Chianita Gobernadora”, promover el “¡voten por yo!”

Este pasado fin de semana, Canóvanas albergó en la antigua central El Ingenio un festival ambientando en Halloween. Leyendo la edición de este lunes de Primera Hora, sale a relucir que el municipio compró unas 860 calabazas. La cifra que se maneja en el artículo llegaba hasta los $15 mil dólares.

El dato salta de inmediato a la vista, pues el costo luce exagerado. El tema fue compartido con entusiasmo en las redes y es de esa forma que llego al artículo. Comparto los detalles en mi red social y paso a dividir la cantidad por cada calabaza. Dicha división dio unos $17.44 cada una.

Debo admitir que me escandalizó un poco, pues cada calabaza solo es utilizada como un “canvas”. Los niños o adultos que manipulen esas calabazas las podrán pintar, cortar, adornar y otras amenidades, para luego culminar en la basura pues no se pueden consumir.

Mi publicación en Twitter, ahora conocida simplemente como “X”, al parecer molestó a la alcaldesa Lornna Soto. Pienso que ya estaba molesta con otras publicaciones, dado a que mi comentario no era nada del otro mundo.

La ejecutiva municipal consiguió mi número telefónico y me envío un mensaje de texto, en momentos que me encontraba en mi programa de radio mañanero. La comunicación se dio a las 7:41 de la mañana. Mi show termina a las 8:00 a.m. y en ese lapso de tiempo todavía quedaba una pausa de varios minutos y un compromiso de una entrevista de ventas.

Lamentablemente me debo a un productor. Este tipo de show no es a lo “wipi pío” y requiere estructura. En mi caso, el productor no es cualquier pelele, pues se trata del propio director de programación, Alex Delgado.

Le comparto el mensaje de la alcaldesa, determinando que el tiempo estaba “apretado” para darle la oportunidad ese mismo día. Alex se compromete con llamar a la alcaldesa y cuadrar con ella para la reacción.

Después de eso me desatendí del asunto. Mi día es complicado con múltiples compromisos profesionales y no me percaté que fui objeto de la ira de la alcaldesa. Con 33 años de experiencia, estoy acostumbrado a estos “berrinches”.

No me asustan. Mucho menos me preocupan insultos o epítetos. Sin embargo, la alcaldesa incurrió, desde mi perspectiva, en una seria falta de ética. Lornna tomó una foto de nuestra conversación privada y la publicó en las redes sociales.

Mi contestación al pedido de la alcaldesa se limitó a un, “vale”, “lo digo aquí” y “para hacer la gestión”. Sin embargo, esa acción violenta una confianza que debe ser conservada con cierto respeto. Se trata de teléfonos privados.

Nunca, repito, nunca he filtrado o publicado alguna conversación o escrito que de manera informal o privada haya tenido con algún funcionario público.

Si esas son las prácticas en la política donde a capricho, de manera maliciosa o hasta delictiva se filtran “chats” o conversaciones, pues dista mucho del trabajo serio del periodismo y desnuda a esos políticos como lo que son: unos malamañosos.

Yo no caigo en ese juegos y poco me interesa conservar el teléfono privado de alguien que usa esas artimañas.

Si tenía coraje por información incorrecta, que no salió de mi persona, la ejecutiva debió referirse a ese medio en específico. Los detalles de la actividad de las calabazas los ofreció ella. Se quiso llevar el mérito y obvió decir que tuvo donaciones y otros detalles. Esa listería de los políticos, la atrapo.Jugó con calabazas y estas le hicieron “Trick Or Treat”.