De verdad, que el terremoto del siete de enero nos cogió desnudos. Olvídese de si estábamos preparados, la contestación es lógica. No. No tan solo para el movimiento telúrico, que nos despertó en la madrugada de ese día, sino para todo lo que ha venido después.

Mire que se han cometido errores. Tenemos errores de juicio, de logística, acción y de sensibilidad; desde el nivel gubernamental hasta el central y local. Solo la empatía ciudadana ha sido luz en estos días.

Tomemos el asunto de las carpas. ¿En serio, que no tomaron en cuenta detalles de logística como la ubicación de los mismos? ¿Nadie pensó en la posibilidad de un clima lluvioso y si el lugar seleccionado, contase con un buen drenaje? Cuando usted va a enfrentar una emergencia, se miden todos los escenarios.

Aquí fallaron todos. Usted puede culpar a la gobernadora y su equipo de trabajo, pero ¿qué me dice de los alcaldes y las autoridades municipales? Son ellos los que mejor conocen su jurisdicción, o al menos es lo lógico. ¿No fueron consultados? ¿No tuvieron nada que decir sobre la ubicación e instalación de esos campamentos?

Entonces, la solución para combatir los charcos de agua, es que van a colocar paletas de madera, de las que se usan para cargar mercancía en los muelles, para que sirvan de piso o puente entre las carpas. De primera instancia, uno pensaría que es una mala broma. Sin embargo, aquí todo es posible y realidad.

Lo cierto es que no podemos tener a nuestra gente en esas carpas durante meses. El hacinamiento de personas no es recomendable por razones de salud. Una epidemia puede desatarse. Desde algo sencillo hasta influenza o algo mayor, para no mencionar el coronavirus que ya ronda por la nación americana.

Ahora bien, si la gobernadora cuenta con unos $200 millones para la emergencia y tenemos como 3,000 familias que cuentan con residencias perdidas totalmente o inhabitables, no le podían dar unos vales de $600 dólares para una vivienda temporera por seis meses. Si usted suma, serían unos $11 millones y se evita el asunto de los toldos. En la zona sur se pueden identificar residencias que acepten ese pago para acomodar esas familias y sería más rápido que identificar propiedades reposeídas, donde habría que legislar.

Nos queda camino para la reconstrucción y les sugiero a los legisladores medidas como eliminar los arbitrios de construcción y otros incentivos para las familias afectadas. Incluso, para los proyectos comunitarios, en específico nuevas urbanizaciones construidas bajo los códigos adecuados, que busquen acomodar a quienes no tengan los recursos necesarios para levantar su hogar de manera individual.

Mientras eso ocurre, tenemos recomendaciones de mover, por razones de seguridad, a estos hermanos a unos campamentos en la zona metropolitana. Así lo dijo José Molinelli, una autoridad en estos temas. La alcaldesa de San Juan ha ofrecido las facilidades del Pedrín Zorrilla y hasta en el Hiram Bithorn puso carpas. Prácticamente nadie se movió voluntariamente. Es más, ni los alcaldes del sur vinieron a verificar las facilidades y dudo que invitaran a Carmen Yulín para orientar a los damnificados de la conveniencia de moverse a sus facilidades, aledañas al Centro Médico.

Es complejo el callejón en que estamos atrapados. Los días venideros revelarán cual será la ruta que tomaremos.