En estos días, el gobernador Pedro Pierluisi ocupó la atención ciudadana, luego de expresar unas declaraciones desafortunadas. Mientras trataba de justificar la idea de una rebaja de arbitrios a los vehículos de lujo, el mandatario del país resbaló en carretera mojada.

Es su empeño por proyectarse simpático, utilizó un ejemplo que al final del camino resultó ofensivo por estar sazonado de elitismo. En pocas palabras, dijo que la movida era necesaria para tener más vehículos vistosos y así sacar de circulación los carros destartalados. Con su lógica, apuesta provocar que más ciudadanos puedan adquirir esos automóviles.

Claro, pasa por alto un gran detalle. Los carros de lujo representan un reto para el bolsillo y no se trata solamente el poderlos adquirir. El mantenimiento de los mismos sale en un ojo de la cara. Sin embargo, esto es lo de menos, si tomamos en cuenta que el gobernador saca de su preciado tiempo para hablar de este asunto banal, cuando nuestra isla tiene retos mayores. Retos que sí necesitan la atención y energía del gobernante.

Amigo Pierluisi: Nuestra isla está destartalada. Gracias a ustedes, los políticos, llegamos a la insolvencia. Nos llevaron a la quiebra. Gracias a ustedes, no tenemos dinero para mantener carreteras adecuadas. En su lugar, tenemos vías de rodaje llenas de hoyos, mal iluminadas y pobremente rotuladas. Sus áreas verdes están sucias, descuidadas. Con esas condiciones es un reto de amor propio el invertir en un carrito, pues al terminar de pagarlo ya está destartalado, gracias a ustedes.

Como dije, usted y los políticos que le acompañan, rojos y azules en particular, destartalaron la economía a tal nivel, que tenemos pueblos fantasmas. Nuestra ciudadanía cogió las maletas y se marchó. Ahora tenemos edificios, casas, estructuras abandonadas, sucias, vandalizadas y siendo un espectáculo visual poco agradable.

Destartalado está nuestro sistema educativo, que más del 60% de nuestra población estudiantil está sumida en el rezago. Le hemos provocado profundas heridas y la siembra futura puede provocar una gran cosecha de analfabetas funcionales. Para colmo, estamos en vías de destruir nuestra educación superior. Estamos cerrando oportunidades. Así, no saldremos de los círculos de pobreza y dependencia. El propio estado prepara reclutas para el bajo mundo al desatender el campo de la educación.

Es así como tenemos un sistema de seguridad pública destartalado. La fuerza policíaca está desmoralizada. Mal pagos, haciendo el trabajo de tres personas, con carencias en sus centros laborales. Para colmo, condenados a la pobreza a la hora de retirarse.

Destartalado está el sistema de salud que no procura atender los reclamos de una clase médica que más que tazas preferenciales contributivas piden trato justo de las aseguradoras. Más destartalado está el servicio al ciudadano, que ve cómo se van los especialistas teniendo que posponer por meses un acceso a un buen médico, amén de carencias en otras áreas.

Destartaladas están las utilidades públicas. Gracias a su batateo, azul y rojo, nuestros monopolios de agua y luz entraron en un deterioro abismal, provocando un pésimo servicio. Para colmo, nos “clavan” en la factura de impuestos, ajustes y cargos para mitigar lo que ustedes provocaron. ¿No es medio descarado esto?

A mí no me molestan los carros destartalados. No me pesan los “chustros”, “las cafeteras”, “las carcachas”, “los zapatos viejos”, “ñángaras” o cualquier otro adjetivo que quieran utilizar para llamar los carros viejitos.

Más me molestan los políticos estartalaos, que teniendo asuntos importantes que atender, tengan sus prioridades trastocadas. El País necesita acción urgente. Tristemente no se ve movimiento. No se trabaja en la unión de voluntades para sacar a Puerto Rico adelante.

Después se quejan cuando sus colectividades se vacían. Van condenados al exterminio. No se dan cuenta que esas estructuras más que destartaladas son chatarra política. ¡Buen trabajo, chicos!