El guapo de barrio es guapo hasta el momento en que alguien le da un bofetón y todos le pierden el miedo. Esta frase todos la conocen en la Isla. Es parte de la cultura y de nuestra idiosincrasia.

Eso, queridos amigos, es lo que le ha pasado al Estado Libre Asociado de Puerto Rico. La otrora fórmula que fue paseada en pasarela por todas las Américas y la Nación Americana en plena guerra fría, cayó en desgracia. Fue presentada como la gran fórmula. Una poción exótica que acabaría con una de las últimas colonias y perfumaría a los Estados Unidos ante los representantes de las Naciones Unidas. Sin embargo, todo resultó en una falsa representación. Pasada la guerra fría y su utilidad propagandista, en tiempos donde la URSS y los EE.UU. se paseaban desnudos alabando sus dotes masculinos ante un mundo divido en bloques ideológicos, la fórmula caribeña dejó de ser sexy.

Sus creadores criminalizaron el independentismo. Lo demonizarían a tal extremo que abonaron a un enanismo electoral y un miedo terrible a la aspiración de andar separados de la gran corporación. Sin darse cuenta, comenzaron un proceso en el cual alabarían tanto a su alegado socio, que lanzarían sacos de abono al sector estadista.

De un distante tercer lugar en las urnas al momento del nacimiento del ELA, el movimiento estadista crecería a tal extremo que, en menos de dos décadas, le arrebataría el poder al padre putativo del llamado Commonwealth.

Nacería así el bipartidismo de alternancia y el resto es historia. Comenzó la espiral de problemas que desembocarían en la realidad del 2022. Tenemos un territorio en bancarrota, envejecido, con niveles de pobreza alarmantes, con un sistema de salud comprometido. En fin, un sistema económico completamente dependiente de lo que viene del norte.

Durante décadas, el PPD, ese partido que transformó a Puerto Rico, cayó en una zona de confort terrible. Prefirieron ser administradores. Se abrazaron al poder, ese opio que ciega. Cacareaban por décadas que el ¡estatus no estaba en issue! Olvidaron que todo en la vida necesita reformarse, modernizarse, actualizarse, atemperarse. En fin, todos los “arses”. La gran enseñanza en la vida es que nada es estático. Todo cambia. Lo que siglos pasados era aceptado, hoy ha cambiado. La lista es innumerable. La esclavitud, el sufragio femenino, la equidad sexual, etc., etc. Mientras la enajenación hacía nido con la pava, los otros cavaban pacientemente con cucharas, la fosa del ELA. Les tomó años, pero la tumba está hecha. La fórmula “anda cogiendo bofetadas” hace rato. Los tribunales lo han determinado en varios casos. En el caso del llamado SSI, Aníbal Acevedo Vilá alertó que en la sentencia no aparecía en ninguna de sus páginas la palabra Commonwelth para referirse al territorio. Ya todos están claros que el ELA está bajo los poderes plenarios del Congreso. Con ello, nos sometieron a la Junta, que hoy empuja por eliminar municipios.

El fin de semana pasado, el liderato del PPD pasó por un nuevo calentón. Un grupo de congresistas que impulsan un borrador de estatus les dijo que el ELA no cabe en la papeleta. El problema NO puede ser parte de la solución. Lo más amargo debió ser que quien lo dijo no fueron legisladores defensores de la estadidad. Los tres congresistas que vinieron habían sido sus aliados. Por años, los cargaron. Ejemplo de ello es Nydia Velázquez, quien fue criatura de Hernández Colón.

Ante esto, mucho lloriqueo. Andan de perreta. En lugar de ajustarse faldas y pantalones para trabajar en alguna reformulación, volvieron a lo mismo. Vuelven a repetir que el asunto no es tema. ¡Que no es un issue! No quieren atenderlo por temor a dividirse. Vuelven a salivar por la oportunidad de regresar al poder.

No se dan cuenta que esa puerta se está cerrando. Cada día crece el sector que dejó de mirarlos como alternativa. Ni siquiera se menciona algún candidato atractivo entre ellos. Pero en el PPD vuelven a silbar frente al cementerio. Esperan con ansias por un cartero que se pare en su buzón. Lamentablemente, no se han enterado que, ¡el ELA no tiene quién le escriba!