Nuevamente, un político boricua vuelve a resbalar en la tragedia de la corrupción. Desde mis inicios en este oficio, allá por los 90, he sido testigo de un largo desfile de funcionarios públicos salir con la cabeza baja por culpa de la corrupción.

Alcaldes, legisladores, jefes de agencia. No importa el cargo, uno que otro, caen en las redes de la justicia. Aquí no importa partido. Lastimosamente, rojos y azules comparten de manera pareja la deshonrosa lista. Así que no entremos en la estéril discusión de si “el tuyo o el mío”. En ese “teje meneje” los proponentes de tal duelo saldrán “trasquilados”, pues las manchas salpicarán por igual a ambas instituciones.

Por más de tres décadas ha sido así. La pregunta es, ¿cómo con tantos ejemplos, siguen resbalando en la misma curva? Pues hace unos días, el colega Benjamín Torres Gotay hilvanó una escalofriante teoría que no suena descabellada para nada. ¡Que son más los que no caen!

Relata Benjamín que los corruptos conocidos han caído en una especie de lotería, de la que escapan más de los que caen. De esa manera, don “Paco Truco” se arriesga a jugar. Se ampara en el famoso “¿y si no me cogen?”

Mientras los políticos juegan a la ratería, me llama la atención otra actitud. Aquella de reaccionar de manera indignada una vez todos los hechos salen a luz pública. ¡Qué mamey! Una vez todo se sabe, reacciona hasta doña Goyita.

Pero cuando salen investigaciones periodísticas señalando asuntos evidentes y difíciles de explicar, se escuchan argumentos dignos de la enciclopedia de Cantinflas. Del alcalde de Cataño, Félix “El Cano” Delgado, estaban saliendo cosas raras hacía tiempo. Lujos y artículos extravagantes que no eran compatibles con el estilo de vida o ingresos de un alcalde promedio de la isla.

De manera triste, la acusación federal confirmó lo que se denunciaba desde la prensa. Un largo desfile de detalles sazonados con nombres rimbombantes de marcas exóticas, las cuales muchos de nosotros nos enteramos de su existencia en el momento que salieron pronunciadas por el fiscal federal Muldrow.

De momento, todos aquellos políticos a los cuales se les pidió reaccionar a las denuncias periodísticas, entraban en un zigzag. Usted los veía, escuchaba y leía, navegando en el mar de la indignación y pulcritud.

Ese es el político que le gusta el juey saca’o.

En mi pueblo, cuando alguien quería algo fácil o reaccionaba a algo que era de una manera evidente, decían: “a este lo que le gusta es el juey saca’o”. Dando a entender que evitaba el proceso trabajoso de agarrar el juey o sacarlo de su cueva.

En fin, así reacciona cualquiera. Lo mismo hacen con el caso de Mayagüez, en el cual muchos de los hechos hieren la retina por lo evidente que es. Sin embargo, prefieren esperar a que la justicia haga su trabajo para ellos rasgarse las vestiduras mientras todo ya está plasmado en un papel acusatorio.

Lo importante es que nuevamente la labor de la prensa queda reivindicada. Desde distintas trincheras se trabajaron informaciones que desnudaban lo ocurrido en Cataño. Al final del camino y a pesar de los ataques, una vez más, la importancia de la prensa quedó demostrada. Ello, por lo menos, ha sido una gran ganancia y un triunfo, ante los ataques de muchos “mequetrefes” que intentan minar nuestra labor.