En estos tiempos de pandemia, COVID-19 y vacunas, me vino a la mente el viejo adagio de que “el sentido común es el menos usado de los sentidos”. Buscando rápidamente una definición encontramos la que da la Real Academia Española que dice que es “la capacidad para juzgar razonablemente las situaciones de la vida cotidiana y decidir con acierto”.

Nótese la importancia de la palabra “razonablemente” en la ecuación. En los tiempos modernos de redes sociales, es más que notable, la lluvia de comentarios y hasta teorías de conspiración que acompañan desde el día uno a la pandemia. Encontramos de todo. Lo más doloroso es cómo esas teorías de conspiración alzan vuelo a una velocidad increíble. Ruedan por el Facebook, Twitter e Instagram con la etiqueta de credibilidad, sin importar que el autor sea el loquito de la esquina.

Así fue con el origen del virus. Escuchamos de todo, hasta el saliente presidente Donald Trump, también fue partícipe de comentarios inauditos. Si así fue en el origen, no es de extrañar que nuevamente pululen las agendas en tiempos de vacunas.

Han metido en la olla de ingredientes hasta elementos religiosos. No puede faltar uno que otro que profetice que, en la bendita vacuna, le van a introducir un chip que marcará como ganado a toda la humanidad. De esta forma el camino para el anticristo quedará allanado.

Es así como la incredulidad y el miedo arropa a los ciudadanos mostrándose renuentes a vacunarse. Dudan hasta de la velocidad y empeño puesto por la comunidad científica. Dejan a un lado la realidad de que el coronavirus no tan solo impactó la salud mundial, sino que también detuvo la marcha económica. Con eso no se juega. Por eso los gobiernos mundiales soltaron billete largo para subsidiar las investigaciones científicas.

Existen buenas fuentes médicas que explican detalladamente todo lo relacionado a las distintas vacunas que están circulando en el planeta. Prestigiosos doctores toman de su tiempo para hablar y matar la ignorancia. Usted como ciudadano puede buscar lugares de gran reputación donde tienen vasta información para despejar sus dudas. No se necesita gran escolaridad para digerir los datos; para entender los detalles. Incluso en los lugares donde ya se ha administrado la vacuna, como Inglaterra, se ven resultados positivos que coinciden con los estudios realizados antes de la masificación.

Así que el temor déjelo en la gaveta. Ármese de buena información. Aplaque la ignorancia. Sepa de una vez y por todas que no le va a salir ni un rabo, ni un tercer ojo en la frente.

Necesitamos llegar a los por cientos de inmunidad aspirados por los centros investigativos. Necesitamos poder dejar atrás todo este distanciamiento que nos deshumaniza. El planeta tiene que abrazarse nuevamente, pero para lograrlo debemos estar vacunados. Así que reiteró mi exhortación a que se informe y mate la ignorancia. Comience con su sentido común. Ejercítelo, para así dejar atrás el estribillo pueblerino de que simplemente, no lo usamos.