El pasado sábado, la televisión local, así como las redes sociales, prestaron pantalla y atención a la boda de la comisionada residente Jenniffer González. Los números que miden audiencia reportaron una sólida asistencia a través de la pantalla y, por lo que se ve en las redes, el tema fue dominante.

González demostró, una vez más, que es una política que no se puede ignorar. Su temperamento se ajusta a lo que requiere el momento. Fuerte en la tarima. Sagaz en los debates. Enfocada en las entrevistas. Coloquial cuando el momento es pertinente. Tiene cuero duro y capitaliza los momentos. El “bullying” de las redes no la desenfoca y lo utiliza a su favor.

Hace tiempo que no se ve una figura del ámbito político partidista con todas esas características. Se dio a conocer también como “JGo”. Una abreviatura que también capitalizó la despampanante y tocaya Jennifer López y su alias hollywoodense de “JLo”.

González es un éxito en las urnas. Repasando notas para un reportaje de perfil, me pude percatar del dato. Apareció por primera vez en una papeleta en el 2002, para llenar la vacante que dejó Edison Misla Aldarondo. Dos años más tarde, saltaría a la papeleta de acumulación de su Partido Nuevo Progresista (PNP).

Para el 2008 ya sería una de las líderes del PNP más votada. Utilizó esa fuerza en las urnas para aspirar con éxito a la presidencia de la Cámara, lo que logró a los 32 años. Para el 2012 fue la dirigente de su colectividad que más votos obtuvo y pasó a convertirse en portavoz de la minoría, tras el PNP no lograr mayoría en la Cámara.

Para el 2016 aspira a comisionada residente y derrota en primarias a Carlos Pesquera. Se convierte en compañera de papeleta de Ricardo Rosselló y derrota a Héctor Ferrer Ríos, el candidato del Partido Popular Democrático (PPD), logrando más votos que el gobernador.

Para el 2020 repite en el cargo y logra vencer a Aníbal Acevedo Vilá, sumando más votos que el actual gobernador, Pedro Pierluisi.

Ha sido efectiva en su labor legislativa, tanto local y federal. Claro, la suma de circunstancias especiales como huracanes, pandemias y hasta temblores, ha ayudado a viabilizar la llegada de fondos económicos a la isla.

A nivel ideológico tiene -hasta ahora- el único proyecto que se ha aprobado en comisión con una cláusula de ser autoejecutable y vinculante. Le falta mucho camino por recorrer y las probabilidades operan en su contra, pero por lo menos carga esa medallita o carta de presentación para sus huestes.

Como dije al principio de esta columna, Jenniffer sabe comunicar y ha sido muy puntual marcando diferencias con el gobernador Pierluisi. Lo ha hecho con el tostón de LUMA, así como con la agilidad de fondos federales. También en otros asuntos menores.

Jenniffer es como la estudiante que levanta la mano sutilmente para dejar saber que sabe la respuesta. Está en línea para la gobernación. Ha estado llenado todos los blancos del resumé, que nadie ha pedido, pero que todos miran.

Si Pierluisi aspira, tal vez, no lo rete. Un gobernador incumbente siempre es un hueso duro de roer.

Pierluisi también ha hecho su asignación y tiene poco más de un millón de dólares ya enfilados en sus arcas de campaña. Las del partido no están igual de saludables, pero la política isleña es extraña en esa compaginación, en la que no siempre candidato y partido van en la misma dirección.

Así que está vigilante. Si Pierluisi resbala, Jenniffer se tira. Si no, será la candidata indiscutible para el 2028 y con buenas probabilidades de ganar.

Aquí usted de seguro brincó, pues tal vez comenta que el PNP no debe ganar. Sin embargo, el tablero de ajedrez isleño está diseñado para un sistema bipartidista, en el cual la oposición se diluye. El cálculo está hecho. Con Victoria Ciudadana fuerte y el Partido Independentista Puertorriqueño con Juan Dalmau, son máquinas de restar votos al PPD. Así le pasó a David Bernier y así le pasó a “Charlie” Delgado. La victoria se les escapó en las urnas.

Jenniffer conoce muy bien todos estos factores. El tiempo dirá lo que pasará, pero por si acaso, guarde esta columna y vuelva a sacarla después de los eventos electorales.