Decepción es lo que impera en las redes sociales tras la publicación de varias encuestas que buscan medir las candidaturas. La gran mayoría son personas jóvenes asombradas porque esta elección podría llevar una vez más a la Fortaleza a uno de los candidatos de los dos partidos tradicionales.

La euforia por un cambio no parece haber llevado a la muerte al bipartidismo. Lamentable que en unos 13 días tendrán la confirmación de su decepción. Tendremos de gobernador a un penepé o un popular.

El cambio no ocurre de manera inmediata. Los procesos tardan. Es como una semilla, que tarda en germinar hasta convertirse en el árbol que rinde frutos. La euforia de los eventos del verano de 2019 y sus muy puntuales victorias no significan que la masa del país abandone de inmediato las tiendas novoprogresistas y populares.

Los cambios que se dieron de manera electoral en el 1940 y 1968 ocurrieron a través de divisiones importantes de partidos fuertes y grandes, como lo fueron el Partido Liberal y el Partido Estadista Republicano. Muñoz Marín y Ferré Aguayo se llevaron consigo las columnas fundamentales de ambos partidos y las trasplantaron en sus nuevas organizaciones.

En el 2020 no se trata de un fraccionamiento partidario, sino un movimiento emergente.

Si analizamos bien, en las elecciones de 1940 y 1968 se dieron pasos concretos de cara al futuro. El Partido Popular Democrático (PPD) cimentaría su estructura para pulverizar a la oposición política en las urnas del 44 al 64. En esas cinco lecciones solo perdieron una alcaldía, San Lorenzo, durante los comicios de 1960. Por su parte, el Partido Nuevo Progresista (PNP) gana la elección de 1968 gracias a una división del PPD, pero sentó la base para ser un partido grande y fuerte para alternarse el poder.

Ha sido así como se han dado los grandes cambios en Puerto Rico.

Un cambio más drástico se lograría a través de una revolución o una revuelta, que sabemos no existen las condiciones sociales para tal cosa. Sí existe frustración y fatiga.

Es cierto que el PNP y el PPD han visto una gran erosión en su base electoral, pero serán el 1 y 2 en la elección de noviembre.

Romper el bipartidismo será un asunto lento. Es más, estoy hablando de que el bipartidismo en Puerto Rico, no va a dejar de existir. Es muy poco probable que tengamos tres fuerzas con opción a gobernar. Así las cosas, lo que muy bien pudiera ocurrir, es el nacimiento de una fuerza que lentamente desplace a uno de los dos partidos principales hasta que ocupe su lugar, peleando por el poder.

El Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) pudiera lograrlo con paciencia. De los dos movimientos, pienso que el más vulnerable es el PPD. De hecho, en esta elección Victoria Ciudadana parece haber logrado capturar el llamado voto liberal que coqueteó con el PPD en el pasado. Ahora tendrán que capear la tempestad del llamado voto útil. El mensaje de miedo anticipando que si no se vota PPD, el PNP gana.

Así que MVC tiene mucho trabajo en la semana y media que resta, así cómo después del 4 de noviembre. Primero, evaluar las victorias obtenidas del proceso del 3 de noviembre. Inculcar que el camino del cambio será uno lento. Tienen que demostrar que existen. No pueden aparecer y desaparecer, antes o después de cada elección.

Deberán insertarse en los temas relevantes de la isla, después del proceso de noviembre. Tienen que entregarse a la fiscalización y denuncia, a través de conferencias de prensa durante todo el cuatrienio. Trabajar en el reclutamiento de otras figuras de relieve para su movimiento.

Pero lo más relevante: orientar a esta cultura “fast food”, la cual pide gratificación inmediata. Hacerles entender, cómo ya he establecido, que ese cambio que se promulga en las urnas va a tardar. Si no siembran el ideal con eficiencia, tendremos PNP y PPD pa' rato en la isla.