Apunte y escriba. La suerte del gobernador Pedro Pierluisi está atada irremediablemente a la energía eléctrica. Si el panorama no cambia, y los puertorriqueños siguen atados a la desesperanza del mal servicio energético, el gobernador pagará las consecuencias en las urnas.

Hasta ahora, el primer mandatario ha tenido el beneficio de una oposición política, desarticulada y floja. La fiscalización de manera coherente, ha estado ausente. Al día de hoy, usted no puede identificar un líder que represente una contrafigura al mandatario, que ponga en perspectiva los problemas o deficiencias de la administración Pierluisi.

El PPD luce débil. Huérfano del liderato fuerte de antaño. No se identifican peleadores de peso que suban al cuadrilátero con oposiciones de arrebatar el título de la Fortaleza y de la alcaldía de San Juan. Los partidos emergentes aún luchan por desarrollarse tras salir del capullo electoral y poder aglutinar la masa, que los catapulte al próximo nivel.

El PIP se mantiene en los niveles acostumbrados, pero en muchas ocasiones, sus voces no pueden cubrir todas las bases. En fin, Pierluisi tenía el escenario idóneo. Débil oposición, manos llenas de fondos federales y su figura, la cual no despierta un odio político que lo lleve a usted decir “fo” de inmediato. Sin embargo, Pierluisi enfrenta su Waterloo.

Waterloo fue un lugar en Bélgica que albergó la batalla más importante para la oposición a Napoleón Bonaparte y que representó el principio del fin de su imperio.

Napoleón calculó mal su maniobra. Apostó todo a una estrategia y pagó el precio.

A Pierluisi podría pasarle igual. Está apostando a una estrategia de privatización de un servicio que es un desastre. Quedarse como estábamos no era opción. Las últimas semanas demuestran que no se puede dejar ninguna operación en manos de la Autoridad de Energía Eléctrica.

Es un desastre. Pero la culpa, señores, la tiene el PPD y el PNP, que se dedicaron a sembrar batatas administrativas con pocas capacidades de visión gerencial. Para colmo de males, el cambia y cambia produjo cero continuidad. Aquí cada cuatro años venía un “bonche” con su librito y desechaban lo bueno y lo malo del otro. Al final, convirtieron un monopolio productivo en “pura caca”.

Los rojos y azules se combinan para crear una ley de privatización y no han sabido implementarla. Estos cuatro meses han sido de pesadilla. LUMA no puede con el muerto. No está capacitado y, para colmo de males, guardan información básica como si fuera un secreto del Vaticano que pudiera poner fin a la cristiandad.

Serán un ente privado, puestos ahí para administrar de manera “sabia” y con continuidad, sin verse afectados por el color del morador de turno de la Fortaleza. No obstante, el dinero que reciben es uno público y administrarán billones de fondos federales. Así que deben funcionar como un libro abierto.

Si no pueden ser ágiles, que se quiten del camino y que venga otro.

Por otra parte, tenemos la otra cara de la moneda. En las pasadas semanas, la Autoridad de Energía Eléctrica ha montado un circo con la falta de generación. Las excusas parecen sacadas del mundo ficticio de Narnia. Hasta el sargazo es metido como excusa para explicar el pobre funcionamiento de sus antiquísimas plantas. Estas tienen que salir de servicio y ser reemplazadas. ¿Conoce usted cuál es el plan para tal tarea? Se supone que eso ocurra antes de que las suelten a un privatizador. Pero ya usted sabe qué pasará: nada.

Señores, esto urge. Aquí no se puede esperar. La ciudadanía merece calidad de vida. Estabilidad. Un sistema que tenga un plan para poder robustecerse con datos concretos, para que un secretario de Desarrollo Económico lo pueda presentar a la hora de enamorar a empresas que buscan establecerse aquí, para tener una industria turística de futuro; para que nuestros jóvenes se quieran quedar y formen familia.

En fin, para dejar atrás este sistema eléctrico “religioso”, donde solo Dios sabe cuándo se va la luz y cuando vendrá. Si Pierluisi no se pone los pantalones largos recibirá un sonoro castigo en las urnas. LUMA, la AEE y el pobre sistema eléctrico será su Waterloo y poco importará quién será su retador, porque en esa etapa se lo ganará hasta “Mingo, el de la esquina”. Usted decide, pero la isla no se merece este martirio.