En Grecia recuerdan a “Piculín”
“A veces en nuestro 100 x 35 perdemos de perspectiva la grandeza de muchos de nuestros atletas”

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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“¿De dónde vienen?”, me preguntó el guía al final de la primera jornada turística en Grecia. “¡De Puerto Rico!”, le exclamé casi de inmediato.
Una sonrisa se dejó ver reflejada en sus ojos, pues la mascarilla le tapaba su boca. “¡Ahhhh, Puerto Rico!… allí gusta el baloncesto mucho. ¿Verdad?”, me dijo. “Eso es así”, le respondí al devolverle la pregunta “¿Le gusta a usted?”. “Ahhh sí. Recuerdo a ‘Piculín’ Ortiz, un gran jugador”, me respondió.
Les confieso que la respuesta me sorprendió. En mis aventuras por el mundo ya me he acostumbrado a que me mencionen a Ricky Martin, Daddy Yankee y más recientemente a Bad Bunny. Pero que alguien en Atenas, Grecia, me mencionara a nuestro miembro del Salón de la Fama de la FIBA, José “Piculín” Ortiz, les admito que no lo vi venir.
“Piculín” jugó por estos lares en la segunda mitad de los años noventa. Específicamente, con tres equipos griegos del 94 al 97. Después de ese año, no regresó a esta liga, aunque sí al país, en el 2004.
Ese año se efectuaron las Olimpiadas en Atenas. Fue en ese escenario donde “Piculín” escribiría una de las páginas doradas de “los 12 magníficos”, como se conoce a nuestra Selección Nacional de Baloncesto.
Puerto Rico derrotaría por primera vez en la historia a uno de los llamados “dream team” de los Estados Unidos, integrado por estrellas de la NBA.
“Piculín” se retiraría de los escenarios deportivos internacionales después de esa olimpiada y dos años más tarde lo haría del baloncesto.
Así que los fanáticos griegos conocieron de cerca los atributos deportivos de nuestro exjugador nacional, exaltado al Salón de la Fama de la FIBA en el 2019.
Que aún en el 2023, un ciudadano se acuerde de él, sí que resulta agradable. A veces en nuestro 100 x 35, perdemos de perspectiva la grandeza de muchos de nuestros atletas. Es más, echamos a menos esa grandeza, por los errores que haya cometido el ser humano en su vida privada. Una vida alejada del tabloncillo y que no tiene que ver, desde mi punto de vista, con sus proezas atléticas.
El comentario vertido por Nikola, nombre de nuestro guía, demuestra que para dejar huella profunda no se tiene que pisar muy duro. Basta que las acciones hablen. Las de “Piculín” se han repartido por muchos lugares, desde los Estados Unidos, América Latina, España y, por supuesto, Grecia.
Un país integrado por muchas islas a las que Puerto Rico no tiene nada que envidiarles, pero eso es tema para otro día. Ahora sigo disfrutando la agradable sorpresa de que alguien recuerde a uno de los grandes.
El siempre “Concord del baloncesto”, como lo bautizó Manuel Rivera Morales. Aquel que aún midiendo 6 pies con 11 pulgadas se movía con la agilidad y dominio de un jugador más pequeño.
Gratos recuerdos los que despertó en mí el amigo Nikola. En su momento les contaré otras aventuras.
Por lo pronto, se me cuidan y rezo para que no llegue la tormenta.
Egresado de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico y con una experiencia de 28 años en el campo del periodismo. Labora como reportero de NotiCentro y es el ancla de la Edición Estelar. Moderador del programa “Normando en la Mañana” de Noti Uno 630 y desde el 2011 columnista del periódico Primera Hora. Desde el 2013 produce y dirige el programa Ahí Está la Verdad por Wapa Televisión. Padre de seis hijos y orgulloso hijo del pueblo de Utuado.
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