En la vorágine de noticias que se emiten en Puerto Rico, resulta normal que surjan informaciones que levanten escándalos, pero con el paso de las semanas, quedan en el olvido. Da la impresión que cada semana trae lo suyo. Se desechan temas a una velocidad impresionante. Con la llegada de la nueva semana, nos enfocamos en algún nuevo lío. Les admito que en muchas instancias, siento frustración. Me cuesta pensar que un determinado tema que causó gran indignación entre la ciudadanía, obligó la redacción de diversos comunicados así como la realización de entrevistas radiales y televisivas, quede al final en el olvido, sin una justa resolución.

Esto fue lo que sucedió con la noticia que apuntaba a que la nueva ley electoral mantenía la vieja costumbre o tradición de otorgar escoltas a los candidatos a la gobernación. Un privilegio costoso e innecesario. Son muy pocos los eventos que involucran algún tipo de violencia contra un mandatario o líder político de alguna índole.

El evento más serio fue el ataque nacionalista a La Fortaleza en octubre de 1950, como parte de la llamada Revuelta Nacionalista. Fuera de ese evento, en 70 años, los incidentes registrados son menores. El último que usted podría recordar, lo fue el ataque con un huevo que sufrió Luis Fortuño en una conferencia. Los casos que menciono están relacionados a gobernadores en funciones. De los candidatos, apenas usted encontrará alguna que otra escaramuza partidista. Está claro que nuestros ciudadanos son bastante civilizados en el trato a nuestros políticos. Lejos de alguna palabra grosera ocasional, resulta muy poco a lo que se exponen nuestros candidatos.

Ahora bien, le pregunto a usted. Si esto es lo que se ha vivido en más de siete u ocho décadas, ¿se justifica que en estos tiempos actuales gastemos dinero público para escoltas? A mi entender, NO. Actualmente la policía es un cuerpo diezmado. El número de oficiales ha bajado dramáticamente, debido a las pobres condiciones de trabajo y beneficios. Cada año, sale una gran cantidad de uniformados sin que sean reemplazados adecuadamente.

La fuerza policial está para garantizar nuestra seguridad, prestar vigilancia y combatir el crimen. En su lugar, los detenemos viajando por la isla, buscando almuerzos o disfrutando de aire acondicionado en su vehículos, mientras el candidato acude a alguna entrevista de radio o televisión. De esto, se trata.

Otra cosa. No estamos hablando de dos o tres agentes. La propia policía reporta que la ley permite que cada candidato pueda tener hasta siete agentes y un supervisor. O sea, que si tomamos el dato de que cinco candidatos han solicitado el beneficio, podríamos tener hasta 40 agentes en estos menesteres. Sospecho que no son cualquier tipo de uniformado. No son guardias de palito. Deben ser diestros en armas de fuego, con habilidades para repeler cualquier ataque y con cierto grado de astucia. Eso quiere decir que estamos anulando buenos agentes por las próximas tres semanas en un trabajo de bajo riesgo.

Estamos en tiempo de pandemia. Se supone que tengamos distanciamiento social y baja actividad proselitista, aunque hemos visto cómo los políticos insisten en las caravanas. Además, las arcas de la isla no están como para el pago de horas extras inconsecuentes. Por lo que, resulta más innecesario el contar con este servicio.

Pienso que quien solicite el servicio, lo hace sólo para alimentar su ego. Sentirse superior e importante. Persigue el fomentar una falsa figura de estado. Voy más lejos. Los que se ofertan a gobernar la isla, no están conscientes del panorama de austeridad que les espera. El horno no está para galletitas, pero ellos solo piensan en la jauja.

Ahí están los dos partidos que se han alternado el poder en los pasados 50 años. Promulgan ser diferentes el uno del otro, pero actúan similares. Están faltando el respeto al fomentar tales gastos innecesarios. Hasta el Dr. César Vázquez pidió los suyos. Un profesional de la salud que ha sido persona privada gran parte de su vida y que si camina por Plaza Las Américas, de seguro, pasará inadvertido para muchos. Pero siente temor de que sea agredido, al promulgar sus posturas conservadoras.

Como dije. Estas noticias no deberían desaparecer del panorama. Crearon revuelo e indignación, pero se nos pasó rápido el coraje. Precisamente, la actitud que los políticos aprovechan. Olvidamos muy rápido. Con una pasada de mano, nos llevan a otros temas, mientras el país se cae en cantos. Veremos a ver los resultados en las urnas.