Tras los bochornosos arrestos y acusaciones contra alcaldes, vicealcaldes y empresarios se ha dado en Puerto Rico una hemorragia de medidas con miras a modificar leyes y reglamentos. De momento, se les prendió el “bombillo” y comenzaron a salir ideas creativas contra la corrupción.

¡No señor Gobernador! ¡No señores presidentes de Cámara y Senado! Como decían en mi pueblo: ¡Compay, la moral no se legisla! Desde la casa se enseña a los niños las cosas correctas e incorrectas de la vida. Se refuerzan en la escuela y hasta en las iglesias, si es que se profesa alguna fe.

Además, no estamos hablando de personas con poca escolaridad, de hogares disfuncionales o que hayan tenido problemas de aprendizaje. Los políticos y empresarios llevan en ocasiones títulos universitarios y hasta requisitos de reválida.

¿Ustedes piensan que con más leyes punitivas van a amedrentar a estos malandrines? Realmente, lo dudo. ¿Qué puede ser peor que perder la libertad? ¿Qué puede ser peor que ser arrestado de forma humillante en horas de la madrugada y delante de tus hijos? ¿Qué puede ser peor que perder tu prestigio y que todos te miren como pillo o ladrón?

Si ello no ha representado ser un disuasivo durante décadas, es que existe otro problema. Otro más profundo. Pienso que el problema está en las colectividades a las que pertenecen. Los estilos y trucos que aprenden de éstas. Lo peor de todos. Qué mucho conocen y aprenden de otros que hacen las mismas piruetas y no son arrestados, ni acusados. Por ello es que se corren la chanza.

Sin embargo, no veo en los partidos políticos, principalmente en los que se han alternado el poder en los pasados 50 años, deseos de reformarse. No veo urgencia por sacar de sus cuadros directivos a personas que le hacen daño, mucho antes de que los federales les hagan el trabajo.

Es más, cuando enfrentan asuntos internos en los cuales se pudiera crecer y dar cátedra de “moralidad”, actúan de manera tibia. Con mucha tolerancia. Tomen el ejemplo del senador Torres, de Guayama. Su caso se valió de tecnicismos para no validar acusaciones de empleados contra el legislador. Señalamientos preocupantes y que se dirigían al carácter de la persona que ostenta tan importante cargo. Sin embargo, el senador terminó amonestado de manera tímida.

¿Usted piensa que esto le da valor a una colectividad? Al contrario, mina su credibilidad a la hora de proyectarse como alternativa de futuro.

El PNP y el PPD se han vaciado. La última elección demostró que no son como aquellas grandes maquinarias de antaño. Están mohosas. Apestosas por los muchos chanchullos que generan. Los electores los miran como fábricas de elementos corruptos.

Lo más irónico es que esta nueva oleada de arrestos y los que alegadamente faltan están ligados al sector de desperdicios sólidos. Tristemente, todos los implicados quedaron retratados, literalmente retratados, con lo que se asociaron. ¡Basura! Y eso, señor Gobernador y directivos camerales, ¡apesta!.