Al momento en que usted repase este escrito, estaremos a solo horas de que la gobernadora Wanda Vázquez Garced anuncie la nueva orden ejecutiva que establezca las pautas a seguir con relación a la pandemia del coronavirus.

Las cifras son alarmantes, tanto a nivel de contagio, como de muertes.

Lamentablemente, hemos entrado a un ritmo acelerado y preocupante. Mucho más inquietante que cuando se emitieron las disposiciones de cierre del mes de marzo. Es por ello, que muchos olfatean que vamos de cabeza a otro cierre total, aunque existen discrepancias entre los dos grupos asesores.

No es de entrañar la discrepancia.

La salud y la economía no siempre van por la misma vía. Existe convicción del grupo económico de que cerrar nuevamente será fatal para la salud financiera de muchos negocios. Sobretodo para aquellos, los pequeños y medianos comerciantes, que no cuentan con el capital en caja para sortear la situación. Alegan, con razón, que en esta etapa no existen las ayudas que, en un principio, amortiguaron el cantazo que representó el poner un candado por varias semanas. Sin duda, razón de peso.

Por su parte, los médicos ven el asunto desde el punto de vista científico. Proyectan al futuro, mayores cifras de contagio y muerte. Argumentan, por su parte, diciendo “de qué vale tener negocios abiertos, si al fin y al cabo no tenemos salud para comprar o para salir y retar el COVID”.

Son dos trenes a alta velocidad que colisionan sin compasión.

En el medio, claro está, el gobierno. Una balanza difícil de equilibrar. Por ello, soy de opinión que la mandataria se crecería si incluyera en las reuniones de los dos grupos a los potenciales candidatos a la gobernación de la isla. Los incluiría a todos. Lo haría sin entrar en evaluación de probabilidad de victoria.

De esta forma, manejarían de primera mano los datos que existen sobre la pandemia. Permitiría que se empaparan del asunto. Que conozcan del sistema de rastreo, de las pruebas existentes y cómo se reparten o se administran. Los empujaría a que dieran sugerencias y soluciones. Sería una manera elegante de “montarlos en el potro” de las soluciones y no de los ataques. Si Wanda lo hiciera, los desarmaría. Eliminaría la tentación de servirse con la cuchara grande en debates y entrevistas de distintos medios.

El tema pasaría de ser una tarjeta de ataque simplón de trincheras ideológicas al intercambio de ideas. Los candidatos tendrían que contestar sobre las propuestas que han llevado a la mesa.

Aquí no tan solo estamos hablando de la salud y la economía, que ya de por sí es de alta prioridad y seriedad. Aquí también está en juego el futuro de una generación que ha visto su educación tirada a un sifón. Hasta ahora, el semestre escolar no ha arrancado a nivel público. Las computadoras no han llegado a esa población y aunque así fuera, existen otros retos. ¿Quién acompaña, supervisa y da tutorías a esos niños? ¿Cómo ayudamos a esas familias cuyos padres trabajan? Peor aun… ¿Cómo auxiliamos a los hogares con madres solteras, jefas de familia que tienen este gran reto? De esos, tenemos que hablar también.

A mí se me eriza la piel, al escuchar a los dirigentes magisteriales analizar el asunto y plantear los retos que tenemos por delante. Advierten que estamos malogrando una generación y desarrollando potenciales analfabetas funcionales. Esto es escandaloso.

Resulta imperativo el pensar a futuro. Incluir y no excluir. Nadie tiene la fórmula mágica. No podemos sentarnos a esperar por la vacuna que aun se trabaja. Pasarán muchos meses y nuestra isla requiere acción. Estamos en quiebra, con déficit, con baja poblacional y con un grupo social pobre, deteriorado y envejecido. La infraestructura general da grima, tenemos caos en salud, educación y seguridad pública. En fin, los ingredientes perfectos para implorar. Quedan unos 75 días para las elecciones. Es hora de sumar.

Veremos a ver si me sorprende. Yo no pierdo la esperanza.