Los primeros 24 días de este año 2023 han quedado marcados por un tema que ha desatado una pelea mediática campal. Se trata del famoso puente atirantado que conecta a la zona de Bayamón con Naranjito y su vecino Comerío.

La controversia alrededor del puente no es poca cosa. Deja al descubierto décadas de mal gobierno, irresponsabilidad gerencial y fiscal. Curiosamente, esos elementos mal aplicados en el microtema del puente, son los mismos que se aplicaron en el macro y que llevaron al Gobierno de Puerto Rico ha convertirse en un ente incapaz y quebrado.

Una rigurosa investigación de los amigos de El Nuevo Día llevó el asunto a otro nivel. Por años, distintos medios y reporteros, como este servidor, hemos trabajado el asunto. No obstante, el escrito periodístico pone en tinta algo más serio. No se trata únicamente de un puente sobre el Río La Plata, que después de 14 años costará casi lo mismo repararlo que construirlo. No. Aquí se dejó al desnudo una conspiración de silencio y politiquería que por décadas amapuchó esta descarada impericia, que ya nos costó decenas de millones de dólares en deuda pública y que está lista para devorar muchos más.

El liderato del PNP se ha frotado las manos con mucha razón. El gobierno de Aníbal Acevedo Vilá, en su desespero por permanecer en el poder en el ciclo electoral del 2008, tomó la fatídica determinación de inaugurarlo sin estar listo y con serias advertencias del ente constructor. Una carta que los eximía y que había sido emitida por la Autoridad de Carreteras, confirmaba la denuncia. Curiosamente, la carta no aparece en el “file” que recopila datos y documentos en manos de la Autoridad, pero sí fue guardada por los administradores de Las Piedras Construction, que tenían a su cargo la construcción de la obra.

A solo meses de la fatídica inauguración, hubo cambio de gobierno. Más allá de vistas públicas en la Cámara, el representante Jun Rivera alega no recordar si hubo referidos al contralor o Justicia. Tampoco supo decir en entrevista radial qué hizo, si algo, la administración entrante de la Autoridad de Carreteras.

Evidentemente, nada se hizo. A preguntas de este servidor, la contralora admitió que buscó y buscó y no apareció auditoría alguna del puente. Tras los lastimosos detalles del reportaje, ahora vemos el aguaje tardío. Tanto la contralora, como el Departamento de Justicia y la Autoridad de Carreteras salen hablando de investigaciones y auditorías. Expertos consultados coinciden en que muchos de los presuntos delitos podrían estar prescritos.

Mi amigo Ángel Rosa tiene un diagnóstico interesante de nuestra sociedad. Ángel dice que somos un pueblo aguantón. Según su análisis, el puertorriqueño forma parte de una masa crítica que ha tolerado esta y quién sabe cuántas chapucerías más, a gobiernos de ambos partidos que han servido mal a Puerto Rico.

Ahora bien, algo queda clarísimo. Si no es por la prensa investigativa, nadie saca la cara por Puerto Rico. Es la verdad “monda y lironda”.

El caso del puente, los denuncia. Un partido está embarrado por anteponer sus intereses político partidistas al de cuidar el dinero de los contribuyentes y, lo que es peor, la seguridad e integridad física de miles de personas. ¡Eso es un crimen!

El otro partido tuvo la oportunidad de “quilear” la bola, pero actuaron de forma leniente. Se concentraron en otros asuntos. No quiero pensar que lo hicieron para proteger algunos amigos comunes o poderosos donantes.

Veremos dónde conduce todo este asunto al final del camino.