Hace unos días me topé nuevamente con una película de Tom Cruise, una historia de ciencia ficción en la que su personaje fallecía y repetía la acción una y otra vez. El personaje no podía avanzar hasta que memorizara la acción enemiga, que antes le había costado la vida. El filme estaba basado en los videojuegos en los cuales mueres y repites una y otra vez la hazaña hasta tanto y en cuanto te adelantas a las maniobras de tu oponente.

Muchas veces la ficción no está lejos de la realidad. El desconocimiento de la historia nos lleva en muchas ocasiones a repetir acciones y hasta los mismos errores.

Hoy para muchos es novedad la participación de un partido de corte religioso que levanta la bandera de la moral como su causa primaria. Proyecto Dignidad es un partido político que se describe como una colectividad “abrazada a sus valores”. Va más lejos, identificándose como un partido conservador y reformista.

Sin embargo, esta no es la primera vez que un partido de esta filosofía compite en nuestra contienda electoral.

A finales de los años 50 del pasado siglo, se dio una tirantez tremenda entre el estado y la Iglesia Católica. El gobierno era dominado por Luis Muñoz Marín y su Partido Popular Democrático (PPD).

En ese entonces, el PPD era una aplanadora política que ganaba todos los escaños legislativos y le dejaba a los demás sillas por adición que la Constitución permite para crear un balance mínimo en Cámara y Senado.

La Iglesia Católica, por su parte, era la religión dominante en la isla. El llamado protestantismo era minoritario en el país. Su actividad no se limitaba a los templos, sino que su voz se dejaba sentir en distintos asuntos cotidianos de la isla.

La manzana de la discordia en aquel entonces fue la política de salud que promovía el control de la natalidad mediante la esterilización y métodos anticonceptivos. El asunto desató alborotos, pues la isla fue parte de un laboratorio experimental de pastillas anticonceptivas, el cual ganó muchas denuncias. El tema fue creciendo, provocando serias fricciones.

La respuesta de la iglesia a tales movidas fue el promover que se incluyera la instrucción religiosa y moral en el currículo del entonces Departamento de Instrucción Pública. Muñoz se opuso. Se inició un debate entre la salud y la educación que no encontró punto medio. La Iglesia no aceptaba la negativa gubernamental, mientras el Gobierno insistía en aquello de separación de iglesia y estado.

El obispo de San Juan, James P. Davis y el de Ponce, James McManus fueron vocales e impartieron instrucciones para que cada sacerdote utilizara el púlpito para tronar contra la política oficial. Su mensaje no estuvo ajeno a los oídos políticos. Eventualmente, encontró eco en algunos, como lo fue José Luis Feliú Pesquera, un legislador del Partido Independentista Puertorriqueño muy influyente.

El cisma llegaría entre 1959 y 1960, cuando se promovió con éxito la inscripción del Partido Acción Cristiana. El 30 de abril de 1960, Davis fue nombrado Arzobispo de San Juan, lo que vino a reforzar su voz entre los católicos de ese entonces. Los obispos hasta circularon una carta pastoral señalando que era incompatible ser popular y católico. Algunos sacerdotes hasta llegaron a hablar de excomulgar feligreses que votaran por el PPD. En fin, era una página inédita en la historia política del país.

Con ese clima, Muñoz Marín correría lo que sería su última campaña a la gobernación. El PPD volvió a ganar cómodamente llegando el Partido Estadista Republicano en segundo lugar.

Unos 52,275 puertorriqueños votaron para el Partido Acción Cristiana o el PAC, como le decían por sus siglas. Lograron llevar dos legisladores a la Asamblea Legislativa, uno al Senado y otro a la Cámara, ambos por adición.

Un escándalo sacudió al partido, pues se levantó una denuncia de fraude al inscribirse y provocó que los legisladores del PAC salieran de sus escaños en 1961.

El PAC participaría nuevamente en las elecciones de 1964, pero no con la fuerza del 60. Muñoz no se presentó a la reelección. En su lugar, endosó a Roberto Sánchez Vilella. Por su parte, la Iglesia Católica a través del Vaticano, reasignó a McManus en noviembre de 1963 a Nueva York y al Monseñor Davis a Nuevo México como Arzobispo. Ausente ahora el apoyo de estos obispos tan vocales, el PAC se desinfló en las urnas al solo obtener 27,076 votos. No quedaron inscritos, al solo obtener un 3.3% del voto emitido de un 6.6% que habían logrado en el 60.

Como se puede apreciar, existen similitudes con el Proyecto Dignidad que ha tenido diferencias con el Estado. Algunos de sus integrantes fueron vocales al tratar de impulsar medidas legislativas que no lograron aprobarse. Sin embargo, tuvieron éxito al lograr que se derogara todo lo relacionado a la perspectiva de género que se había implantado bajo Alejandro García Padilla. Este asunto vuelve a ser tema en esta contienda.

Cómo te habrás dado cuenta, muchas cosas se repiten en la historia de Puerto Rico así como en otros lugares. Ahora solo estará por verse cuál será la suerte electoral del Proyecto Dignidad y cuánto será su apoyo. La respuesta llegará este 3 noviembre.