Veintitrés contagios, cuatro fallecidos y nueve personas hospitalizadas. Ese era el resumen que se brindaba públicamente, al momento de escribir estas líneas, por los encargados del programa de epidemiología del Departamento de Salud sobre un brote de COVID-19 en la zona del barrio Río Hondo de Mayagüez.

El dato resultó alarmante, pues las cifras que se manejan sobre la pandemia en nuestra isla eran alentadoras. Cifras bajas de contagio y en hospitalizaciones daban fe del avance del proceso de vacunación. Las vacunas funcionan y a medida que el proceso avanza vemos mejores resultados.

Escuchar el dato del brote que empezó el pasado 9 de junio es motivo de alarma, dado a que demuestra que no todos estamos en la misma página. Resulta increíble escuchar relatos de que a estas alturas del siglo 21, existan personas que presten sus oídos a mensajes sin fundamentos.

Según explicó el doctor José Becerra, a cargo del programa de epidemiología, las personas contagiadas pertenecían a un mismo grupo religioso. Al parecer, todos accedieron a no vacunarse por recomendaciones del pastor, quien advertía de los alegados riesgos de vacunarse. Se trata de un grupo pequeño, pues se estima su feligresía en unos 35 miembros, pero lo suficientemente grande como para permitir que surgiera el brote.

El asunto es una triste excepción, pues como profesional de las comunicaciones estoy consciente del esfuerzo que realizan pastores, sacerdotes, ministros y otros para despejar confusiones, al tiempo en que promueven y auspician la vacunación.

Una cosa es que usted acuda a cualquier lugar donde se congregue un grupo con la misión de acercarse a la palabra de Dios y otra es que usted permita mensajes distorsionados que en nada tienen que ver con la Palabra.

La humanidad no enfrenta por primera vez una pandemia. Han existido otras a lo largo de la historia, la última hace poco más de 100 años y se conoció como la gripe española. Aunque siempre existen grupos que quieran atarlo a asuntos apocalípticos.

Esto no es nuevo tampoco. No han faltado personas que lanzan augurios fatalistas con la presencia de algún eclipse, cometa o hasta un cambio de siglo. La ciencia es la niña símbolo a la hora de desarrollar teorías de conspiración. El COVID-19 no fue la excepción y muchos han escuchado las especulaciones.

Es inaudito pensar que la ciencia opera a favor del mal. En su lugar, debiéramos valorar los adelantos que ha traído a la humanidad la creación de vacunas. A través de ellas se ha podido erradicar muchos males gracias al conocimiento de científicos. Personas talentosas que han recibido un don.

Es cuestión de leer, informarse, educarse y al final del camino, usar la materia gris en el interior de nuestra cabeza. No es dejarse llevar por lo que algún líder, de cualquier índole, intente decirnos.

Hace rato que la información nos hizo libres, no dejemos que voces de mal augurio nos lleven una vez más a la era de la oscuridad. Aquella donde se perseguían, mataban y mutilaban personas. Eso quedó atrás, al igual que la ignorancia. Seamos hombres y mujeres del siglo 21.