Ahora nadie sabe. ¡Increíble! Un concierto a todo dar, reuniendo a miles de personas, brincando, saltando, cantando y regando COVID. Todos aglomerados en un lugar delimitado con tarima, luces y sistema de sonido.

Luego de que la imagen se hiciera viral, comenzaron con la papa caliente. Vivienda, Salud y la poco ineficiente sombrilla de Seguridad Pública se pasaban la responsabilidad. Nadie sabía cómo se pudo efectuar.

Peor aún, el Administrador de Vivienda Pública, Alejandro Salgado, admitía ante los micrófonos de mi programa en NotiUno, que habían solicitado permiso para efectuar el susodicho concierto y que el mismo se denegó. Sin embargo, nadie le informó que la directriz no se acató y, en su lugar, prosiguieron con la actividad.

Ello resulta altamente preocupante, pues evidentemente hubo un reto a la autoridad. Salud dice que nunca le consultaron y que de ellos tampoco salió permiso alguno. Segundo “strike”.

Lo peor de todo es que el concierto del género urbano se efectuó en el residencial Virgilio Dávila de Bayamón, a pocos metros de una de las comandancias de la Policía. Así que cántele el tercer “strike” a las autoridades.

Ciertamente, no era para nada saludable acudir allí en medio del espectáculo y realizar un “show” de fuerza con policías, biombos y sirenas, para que se formara una situación delicada.

Pero, caramba, ¿nadie se dio cuenta que estaban haciendo un montaje de tarima, luces y amplio sistema de sonido? ¿No opera algún administrador que responda a Vivienda y que, de manera preventiva, tomara acción? ¿El administrador de Vivienda y el de Virgilio Dávila se comunican? Son muchas las preguntas y muy pocas las respuestas.

El lunes y martes era penoso escuchar y ver las explicaciones ante la inacción del evento. Todo se limitaba a fijar responsabilidades luego de que todo ocurrió. Una multa al productor o los productores no resuelve lo más importante. Muchas personas quedaron expuestas en un momento en el que la pandemia está en descontrol. Lo peor es que el grupo de asistentes pertenecen a las edades que están en el centro del epicentro. Con esos ya no se puede actuar de manera preventiva.

Ante este caos, ¿cómo el gobierno quiere imponer restricciones en otros sectores que han sido responsables y donde no se puede demostrar que son fuentes de contagio? Es un dardo venenoso lanzado a un pobre discurso que denota mucha improvisación.

Ahora, no vengan a levantar el discurso de luchas de clase. De eso no se trata. Tampoco de estigmatizar un género, como podrían argumentar otros. Da lo mismo que el asunto ocurriera en Virgilio Dávila o en el Centro de Convenciones.

Se trata de cómo no se respeta la autoridad, las leyes, las órdenes ejecutivas y nada ocurre. Es ver a jefes de agencia con cara de teléfono ocupado, diciendo cantinfladas. Eso es lo penoso.

No es posible enfrentar una pandemia con dobles discursos. Es necesario tener control y, como dije en esta etapa, la improvisación es más que evidente. Tomen nota.